Los alumnos de 3º y 4º de ESO salieron durante cinco días a Castilla y León, dentro de un programa de la Consejería de Educación que permite el acceso de estudiantes a la red de albergues de España para conocer otras regiones y la cultura de otras autonomías.
En esta excursión me han sucedido numerosas anécdotas y me lo he pasado muy bien.
El primer día estaba todo ilusionado, aunque me faltaba una especie de confianza que no tuve hasta haber hablado con todas y todos los compañeros a los que no conocía. Hice mucha amistad con algunos de ellos.
Cuando llegamos a Burgos hacía bastante frío, pero nos daba igual ya que nos estábamos divirtiendo. Lo que más me impresionó fue la preciosa y gigante Catedral, aunque también vimos numerosos monumentos.
Esa noche fue la más dura para los pobres profesores y monitores, ya que nos encontrábamos muy alterados y no paramos en toda la noche, aunque supimos recompensarles al día siguiente dejándoles dormir.
A la mañana siguiente nos dirigimos a Salamanca; esta ciudad estaba llena de monumentos históricos e importantes. Pasamos allí todo el día dando vueltas y realizando juegos con los que aprendíamos tradiciones de la ciudad. Esa noche caímos dormidos nada más ver la cama.
El miércoles fuimos a Segovia, la ciudad más bonita de las que visitamos. Vimos el Acueducto, el Alcázar y nos dimos una vuelta. Lo más duro de la excursión era no comerse los bocadillos que llevábamos antes de la comida, ¡puf!…¡Qué mal lo pasábamos!.
Esa misma tarde fuimos a La Granja, que para mi fue el sitio más aburrido de la excursión. Al llegar al albergue nuevo nos alojamos, cenamos y salimos a realizar unos juegos en los que nos lo pasamos muy bien. Corrimos, saltamos, reímos… hicimos todo tipo de cosas graciosas para divertirnos y pasárnoslo bien y al final resultó muy agradable. Cuando terminamos los juegos nos fuimos a las habitaciones pero, gracias al buen comportamiento que mantuvimos, los monitores nos dejaron cambiarnos de habitaciones para hablar con quienes quisiéramos, siempre y cuando no preparáramos ningún follón.
A la mañana del jueves nos levantamos muy contentos ya que por la tarde teníamos Parque de Atracciones. Esa mañana visitamos el Museo del Prado y vimos, desde el autobús, numerosos monumentos que antes veíamos en la tele, como la Fuente de la Diosa Cibeles. A la tarde fuimos al Parque de Atracciones, donde nos reímos y mareamos, y mojamos demasiado.
Esa noche no dormimos absolutamente nada, ya que era el último día, es decir, la última noche, y nadie tenía ganas de dormir, incluso hasta los monitores que se quedaron con nosotros hasta las tantas.
Por la mañana nos encontramos cansados y tristes ya que era el fin de la excursión. Esa mañana estuvimos en Ávila, donde comimos, y seguido nos dirigimos a Ampuero, donde a mi me recibieron todos mis amigos y disfruté mucho contándoles lo bien que me lo había pasado.
También me lo pasé muy bien con el profesor, Carlos, con el que nunca había hablado, y me enteré de que era muy majo.