Dulces estrellas
en el velo de obscuridad.
Burlonas, desafiantes…
observando lo inalcanzable.
Inalcanzable para mí,
inalcanzable para ellos,
inalcanzable para todos.
Un llanto incomprensible,
extraño, incongruente.
Resbalando ligeramente
por tu rostro, por el mío.
Te arrastras en tus súplicas,
llenas de preguntas.
¿Por qué no alcanzaros puedo?
¿Por qué vuestro mundo
no me es permitido?
¿Por qué el deleite de mi alma
es llegar a besaros?
¡Adiós! Es mi humilde despedida.
Triste en exceso,
odiosa en su espera,
aborrecida en mi alma.
Brillantes y frías
en vuestro anhelante descaro,
no correspondéis
sino con vuestra belleza.

Trabajo original