Había una vez un país muy lejano. Hace quinientos siglos vivía en una pequeña choza una brujita que era toda una niña que se llamaba Amelia.
Tenía cuatro siglos. Su padre, que tenía un milenio, estaba enfadado, porque su hija era desobediente por todo lo que decía. Una noche, Amelia leyó un libro de pócimas e intentó hacer una. La pócima decía:
Uñas de escorpión, para la poción.
Gotas del Nilo y lágrimas de cocodrilo.
La pócima sigue en el libro si esperas un siglo.
Amelia buscó en el libro una pócima para adelantar un siglo. No la encontró y se cabreó. Las páginas de la pócima anterior estaban tan pegadas, que no las podía separar ni con magia. Pero recordó un hechizo despegador. Lo dijo sin pensar y se empezaron a despegar. Su padre no sabía que el libro tenía, y debajo de la cama lo escondía. Su padre en la habitación quería entrar y Amelia un hechizo quería realizar.
Amelia estaba desesperada y el padre enfurecido. Lo escondió en el armario de la ropa y dejó que el padre entrara. El padre dijo:
– Voy a cogerte la ropa, Cariño.
– No papi, espera un poco ya la cojo yo, no te preocupes. Déjame sola un momento.
Amelia hizo el hechizo y copió la fórmula. Justo cuando tenía el libro entre las manos, el padre entró a su cuarto y … ¡ahhhhhh! El padre se desmayó. Amelia aprovechó para hacer la poción. Amelia se metió en un mundo nuevo que ella no conocía.
Una bruja muy extraña le dijo:
– ¿Quieres aprender a usar la magia?
– ¡Sí, por favor!
Amelia tuvo que pasar por tres pruebas: La primera fue volar en la escoba Turbo 2000. La segunda, hacer una poción para futuro.
– La tercera es la más difícil.
– ¿Cuál es esa prueba tan difícil?
– Esa prueba es la poción de olvidar.
La desconocida dijo que tenía que realizar esos conjuros para que tuviera la magia y volver volando hasta su casa, también volver al futuro y que su padre no recuerde nada haciendo el conjuro del olvido.
Amelia por un momento se alejó de la desconocida, pero la dijo:
– Esta bien lo haré.
Pasaron muchos días y Amelia logró pasar las tres pruebas.
Amelia dijo: «Nombrare las palabras mágicas»:
Uñas de camaleón, cola de serpiente, haz que mi padre
Nada recuerde.
De repente Amelia viajó en el futuro y vio miles de colorines.
Llegó a casa y su papá no recordaba nada. Amelia se alegró mucho.