He decidido poner fin a mi vida porque sin mi marido y mi hija ya no tengo nada, además, parte de la culpa por la muerte de ambos es mía. Si no hubiera sido por mi capricho de tener una hija, no habrían muerto Nahesmalú ni mi marido. No quiero que cuando me entierren me organicen ceremonial: no lo merezco. Sólo merezco enterrarme y olvidarme».
Emma Cortés.

(PRÓLOGO. Octubre de 1997- España)

Nahesmalú 1

Gonzalo Castro, el más prestigioso investigador contra el cáncer, fue en busca de la mosca africana, que creía que podía poseer el remedio contra dicha enfermedad. Se dirigía a África y se lleva a su mujer para intentar apoyarla en su depresión.
Emma, su esposa, no conseguía tener hijos, era estéril y eso le creó una depresión tras intentar concebir durante tres años acudiendo a médicos, curanderos, brujos… No pudo ni siquiera adoptar uno, porque la vida de dos investigadores no era la más adecuada para un niño.
En el transcurso del viaje Emma no cesaba de llorar, incluso Gonzalo y ella discutieron y acordaron olvidar el tema de los hijos en lo que durase el viaje; pero Emma no estaba por la labor. Se habían pasado los últimos meses discutiendo por la misma cuestión, esperaban que el viaje los relajase.

Nahesmalú 2

Ya en el aeropuerto africano fueron recibidos por investigadores de todo el continente que los acompañaron al hotel.
Emma se quedó deshaciendo las maletas y Gonzalo fue a visitar los laboratorios. Cuando terminó, salió del hotel y se fue a pasear por las calles de aquella ciudad: le llamaban la atención los niños y no dejaba de pensar en un hijo.
Sin darse cuenta se metió en un barrio que no tenía una apariencia muy recomendable: en las puertas de algunos locales había niñas muy jóvenes prostituyéndose, drogadictos, mendigos…. Su ropa fina y su apariencia elegante llamaban la atención de aquella gente.
Cuando se dio la vuelta dispuesta a regresar al hotel, un chico le arrancó el bolso y salió corriendo. Era un chico joven, de unos once o doce años, muy delgado pero con mucha agilidad. Emma le siguió por unas calles estrechas y sucias, gritando para que alguien detuviera al chico, pero éste desapareció y ella se encontró perdida: preguntó a mendigos que veía, pero nadie le respondía.
Encontró un lugar donde meterse para pasar la noche y se fijó en su entorno: sólo había niños medio desnudos, sus caras reflejaban el hambre y la miseria. ¡Con lo bien que ella podría cuidar de ellos! Era injusto no poder tener hijos.

Nahesmalú 3

Cuando despertó estaba en un hospital. Gonzalo la calmó y le explicó que la habían encontrado tirada en una calle muerta de frío y que se la habían llevado al hospital, pero que estaba bien y se podía ir.
Emma y Gonzalo regresaron al hotel y cogieron el avión que les llevaría al lugar donde vivía la mosca. El hábitat natural de la mosca era una selva en la que era difícil avanzar hasta para los indígenas que les acompañaban.
Llegaron a un lugar donde parecía haber menos maleza y, de repente, un indígena empezó a gritar y señalaba un árbol: parecía asustarles un símbolo que había grabado, algo así como una lanza atravesando una serpiente. Uno de los indígenas parecía hablar de una tribu embrujada. Corrían todos como alma que lleva el diablo, pero Emma y Gonzalo no fueron capaces de alcanzarlos y se quedaron abandonados en mitad de la selva. Gonzalo se empeñó en seguir buscando la mosca y eso motivó una gran discusión entre él y Emma. Ella, alterada, le dio la espalda y se sentó sobre una gran roca. De pronto Gonzalo comenzó a dar gritos de alegría. Parecía estar loco. Emma se giró y vio un enjambre de moscas un tanto extrañas.
Gonzalo las metió en unos tubos especiales que llevaba y siguió el camino de regreso con Emma. Oyeron gente y pensaron haber conseguido salir de la selva. Pero cuando apartaron la maleza vieron una niñas de alguna tribu cercana. Emma comenzó a llorar y se echó la culpa de no poder tener hijos. Gonzalo se sintió mal y le propuso llevarse a una de esas niñas, por qué no, pues en aquellas tribus cada pareja tendría montones de hijos que seguramente no eran capaces de mantener. Emma, con sangre fría, señaló a una niña que parecía destacar de las demás por su derroche de agilidad y alegría.
Cuando la niña se acercó a la maleza aprovecharon para llevársela; tenían que darse prisa: la tribu podía darse cuenta de que faltaba la niña y quitársela.
Consiguieron sacar a la niña del país y llevársela a España, donde comenzarían una nueva vida.

Nahesmalú 4

Nahesmalú, que así es como se llamaba la niña, no parecía ser la misma: no comía, no dormía, lo único que consiguieron que dijera fue su nombre y que quería volver a su casa, aunque no dominaba muy bien el idioma.
Los médicos que le vieron dijeron que no tardaría en morir si no cesaba su depresión. Parecía echar mucho de menos su casa, pero Emma se negaba a devolverla al lugar donde la raptaron.

Medio año después

Hacía algún tiempo que Nahesmalú había muerto y Gonzalo se vio muy afectado, más que Emma. No hacía nada bien, se distraía mucho en el trabajo, lo había descuidado mucho, no se protegía de los posibles contagios y acabó enfermando de cáncer. Cuando se enteró de su enfermedad decidió suicidarse para no sufrir. Una mañana como otra cualquiera dio un beso a Emma, pero esta vez algo le pasaba. La miró con los ojos llorosos y se despidió.
Pocas horas después llamaron a Emma para notificarle el suicidio de su marido.
Una semana después apareció ella muerta y con una carta donde explicaba su suicidio y afirmaba su última voluntad: morir olvidada.

Trabajo original