Los criticos literarios de dos periódicos locales, «El Diario Montañés» y «El Heraldo de Aragón», recogían la presentación de la primera obra de la escritora Ana Alcolea. Esta autora visitó recientemente el IES Valle de Piélagos, donde sorprendió a alumnos y profesores, que por primera vez coincidían en gustos literarios.
No sabemos si Ana Alcolea encontró su «medallón». Lo que sí pudimos comprobar, el pasado 10 de diciembre cuando compartimos un grato día con ella, fue que Ana posee todos los ingredientes necesarios para destilar el jarabe de rosas que nos transporte a mundos de aventura y fantasía.
En «El medallón perdido» se entremezclan vivencias y personajes reales con ficticios. Combina espléndidamente su brillante imaginación con su conocimiento de la literatura clásica y contemporánea. La autora se sirve de variados recursos literarios, que une a su gran sensibilidad para atrapar al lector en un dulce abrazo.
El día 22 de noviembre presentó su libro en Santander, después lo haría en Madrid y en su ciudad natal, Zaragoza.
A continuación reproducimos el artículo que José Manuel Cabrales, profesor de literatura y prestigioso crítico cántabro, publicó en «El Diario Montañés» a propósito del libro:
«La profesora aragonesa vinculada a Cantabria Ana Alcolea acaba de probar fortuna en el género de la narrativa juvenil con este relato (…) en el que se descubre su profundo conocimiento de las mejores tradiciones de la literatura moderna. Porque El Medallón Perdido combina con habilidad aspectos de la novela de aventuras en tierras exóticas, la novela de formación en la que el protagonista pasa de la infancia a la madurez, el idilio sentimental y el esquema mítico de la búsqueda del padre, que tuvo su primitiva expresión en los cantos de Telémaco de la Odisea.
Para ello construye una trama en torno a Benjamín, un chaval de 15 años cuyo padre falleció años atrás a consecuencia de un accidente de aviación en la selva africana. Mientras su madre se viene de vacaciones a Santander con un pretendiente, el protagonista viaja con su tío paterno a África para pasar el verano: los dos meses en los que se enmarca la acción principal de la novela. Allí vive aventuras exóticas, se siente fascinado por el bosque ecuatorial, sus habitantes participan en ritos ancestrales e incluso promueve una expedición a la montaña donde se estrelló su progenitor.
Al hilo de las peripecias -como suele ser habitual en los relatos juveniles- menudean los momentos dedicados a la educación en valores: no abusar de los débiles, la beneficiosa ecología, el vivir de acuerdo con el cosmos, la necesidad de encararse con el dolor, las aventuras de la mezcla de culturas.
Pero el mejor elogio que cabe aplicar a El Medallón Perdido es que su lectura resulta muy entretenida también para los lectores adultos.»
Dicen que «nadie es profeta en su tierra», pero todo refrán tiene su excepción. Ana Alcolea triunfó en Zaragoza. Acompañada por sus seres queridos y su admirado Javier Tomeu, presentó su libro.
Antón Castro, crítico de «El Heraldo de Aragón», el 1 de diciembre hacía estas reflexiones sobre El Medallón Perdido:
«He aquí, pues, una novela sobre el aprendizaje sentimental, la travesía del conocimiento, el viaje físico e interior, el reconocimiento en libre discurrir del paisaje. He aquí un libro sobre los asuntos eternos del mundo: la amistad, la iniciación(…) Una frase preciosa ilumina el libro: «un padre cuida de sus hijos incluso después de muerto».
Esta «majica» aragonesa nos cautivó a alumnos y profesores. Supo conectar e interesar, supo contar y contarse, y nos dejó el recuerdo entrañable de una gran profesional de la literatura y una escritora prometedora.