Historia sacada a partir del capítulo «Un ecocidio llamado guerra. Las implicaciones ambientales de la guerra del Golfo» del libro «Vivir mejor, destruir menos», segunda edición revisada y ampliada (1996), editorial fundamentos colección ciencia, impreso en España y tiene 222 páginas.
Hace mucho, mucho tiempo, en una pequeña aldea de Vietnam vivía con sus padres, abuelos y hermanos una pequeña niña llamada Soon-yoo. Ella y su familia vivían felices entre juncos y arrozales.
Pasaban y pasaban los días, y en una noche de verano de 1959, un gran estruendo despertó a Soon-Yoo y a toda su familia, éste provenía de los campos de arroz.
Cuando salieron a la calle de la aldea vieron que no estaban solos, que los demás vecinos también estaban fueran mirando el gran nubarrón de humo que se divisaba desde la aldea y que provenía de un fuego en los arrozales. Inmediatamente todos los hombres fueron a ver si podían apagar el fuego con agua, ya que se estaba extendiendo hasta el bosque, mientras las mujeres se quedaban en la aldea tranquilizando a los niños y al cuidado de los ancianos.
Después de que los hombres hubieran vuelto de apagar el fuego y los niños estuvieran ya más tranquilos, todos se reunieron en la casa de Soon-Yoo para poder escuchar en la vieja radio del abuelo las noticias. Cuando lo oyeron todos sus temores salieron a la superficie con gritos y llantos: la guerra había surgido entre E.E.U.U. y Vietnám.
A la mañana siguiente después de una noche de bombardeos los campos de cultivo estaban carbonizados. Esa misma noche escucharon la radio de nuevo para saber la última hora: el intento de pacto había fracasado y lo de la noche pasada y la anterior no era casi nada porque la guerra acababa de empezar.
Nadie en la aldea podía dormir ni vivir, hubo bombardeos con «NAPALM» y los grandes incendios de los campos y algunos hombres al intentar salvarlos murieron entre ellos su abuelo.
Por la mañana volvían de la escuela ella y su hermano más o menos contentos, apenados por la pérdida y contentos por las noticias que les acababa de dar su profesora, porque su profesora les había contado que iba a venir un helicóptero a recoger a las mujeres y a los niños para poder llevarlos refugiados a Austria pero cuando llegaron a la aldea no quedaba nada, todo estaba destrozado.
Todos los niños corrieron a sus casas o a lo que quedaban de ellas, Soon-Yoo y su hermano fueron a lo que había sido su casa, su madre que se había salvado les dio la noticia entre lágrimas, su padre y su abuela habían muerto quemados mientras estaban recogiendo los bonos de la comida. Todos rompieron a llorar, pero Soon-Yoo y su hermano dieron la noticia a su madre y ésta les abrazó y les dio un beso y les dijo: «Hay que ser fuerte, aguantar y recordar a nuestros antepasados y a nuestra aldea» ya que el próximo sábado sería el día de la partida.
La escena era aterradora en su aldea, de 20 familias que había ya sólo quedaban 5 y en ninguna de esas estaban todos los miembros vivos. Llegó el sábado y la aldea ya no quedaba nada, estaba todo por el napalm todas las mujeres y niños cogieron sus escasos bultos y partieron hacia Austria en busca de una nueva vida y que los alejase de los sufrimientos de la guerra para que cuando acabasen ellos pudieran regresar y reconstruir su aldea, como en el sueño de Soon-Yoo.