Francia es el mayor país de Europa occidental (más de una quinta parte de la superficie de la Unión Europea), dispone de una amplia zona marítima (su zona económica exclusiva se extiende a 11 millones de km²).
El relieve de Francia es variado. Las planicies representan las dos terceras partes de la superficie total, pero también hay macizos montañosos, en particular los Alpes, cuyo punto más alto, el Mont Blanc, es la cumbre más elevada de Europa occidental (4.807 m). Con 5.500 km de costas, Francia está abierta a cuatro espacios marítimos.
El país tiene tres tipos de clima: oceánico (al oeste), mediterráneo (al sur) y continental (centro y este).
Según el último censo (1998), Francia cuenta con 60,9 millones de habitantes, o sea, una densidad de 105 hab/km². Más del 50% de la población vive en ciudades de más de 50.000 habitantes. La aglomeración de París reagrupa a cerca de 10 millones de habitantes. Francia cuenta con 12 ciudades de más de 350.000 habitantes (Lille, Lyon y Marsella), y con 30 de más de 200.000.
La República francesa comprende la metrópoli (dividida en 22 regiones y 96 departamentos) así como 4 departamentos de Ultramar (Guadalupe, Martinica, Guayana, Reunión). A ellos se añade 4 territorios de Ultramar (Polinesia francesa, Nueva Caledonia, Wallis y Futuna, las Tierras australes y antárticas francesas) y las colectividades territoriales con estatuto particular (Mayotte y Saint-Pierre-et-Miquelon).
Al igual que los otros países industrializados, Francia, desde el final de la guerra hasta 1975, ha conocido una expansión económica que ha cambiado mucho la cara del país y la ha hecho entrar en la era de consumo y tiempo de ocio, resultado de un cierta uniformación de modos de vida y costumbres de consumo. Sin embargo numerosas tradiciones locales persisten y aún se desarrollan.
El nivel de vida de la población se ha más que duplicado desde 1950 y los franceses se han enriquecido más en el transcurso de estos cuarenta años que durante todo el siglo precedente. Los salarios han progresado y las prestaciones sociales no han cesado de aumentar y diversificarse: subsidio familiares, ayuda para alojamiento, etc. Las desigualdades sociales se han reducidos, pero las diferencias sensibles persisten, con la consiguiente desigualdad de los salarios y más aún la de patrimonios, lo que conlleva también los limites de la movilidad social.
Gastronomía francesa
Hasta estas reformas, la cocina en Francia era igual que en toda Europa, poco imaginativa y con abuso de la carne y de las especias. Con la revolución francesa de 1789 se crearon los primeros restaurantes, que tuvieron mucho éxito.
Los restaurantes se difundieron rápidamente por otros países. También aparecieron los primeros críticos y especialistas en temas culinarios.
En 1826 Brillat-Savarin escribió el primer libro de gastronomía, La psicología del gusto. La palabra gastronomía apareció la primera vez en 1800. En ese momento todas las familias reales quisieron tener un cocinero francés y los hoteles pagaron verdaderas fortunas por chefs franceses.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, se publicaron numerosos libros que sistematizaron y ordenaron el arte de cocinar y se han convertido en clásicos de la gastronomía.
Con las guerras de 1914 y 1940 llegaron las privaciones, pero los franceses no olvidaron la cocina a pesar de los problemas.
En la segunda guerra mundial el escritor Eduard de Pamianes, decía por la radio una receta diaria y trucos para paliar la escasez de alimentos.
Otro autor, Curnowsky, abandonó París, conoció otras comidas de otros países y se dedicó a investigarlos. A partir de aquel momento se potencio la comida tradicional.
Después de la guerra, Curnowsky promocionó todo lo que sabia sobre la comida. Fundó una revista dedicada al arte de la mesa que sigue publicándose. Los chefs franceses siguen cuidando la preservación y en la mejora de este tipo de cocina y tratan de seleccionar los mejores productos de las distintas zonas para satisfacer a sus clientes.
La ultima revolución gastronómica se llama nouvelle cousine, que se ha extendido tendido con gran rapidez. La nouvelle cuisine ha reducido los tiempos de cocción, ha respetado los sabores de los alimentos y ha potenciado la presentación de los alimentos como un arte.
Los principales chefs dedicados a esta cocina son:
Michel Guerard y los hermanos Trisgros han construido la élite de su profesión.
Los platos tradicionales
En los noventa se está reformando la cocina burguesa. Esto se debe a la mala interpretación del nouvelle cuisine y a los restantes poco serios.
Volvemos a encontrar numerosos platos, ya desaparecidos: terrina de hígado de pato, guisado de pollo al vino tinto, col fermentada.
También numerosas salsas, como: salsa natua, salsa bearnaise etc. Numerosos postres como magdalenas crëpes etc. Merece mencionar el pan francés, que en los últimos años se ha realizado un gran esfuerzo para mantener la alta calidad del pan francés, que sirve para elaborar los baguettes que se exportan en avión a todas partes.
Los vinos y licores
Dejando a un lado los alimentos sólidos debemos mencionar los vinos. Es difícil saber por qué Francia es el país que más vino elabora y con más variedad del mundo.
Además de tener buenos viñedos también los define y los ordena. Los vinos se dividen en tres categorías:
1. Appelation controlee, parecido a la denominación de origen española.
2. Vin delimetre de qualite superievre (vaqs) de buena calidad y de precio asequible.
3. Los llamados vinos del país o vinos comarcales de gran calidad.
Los más famosos son los champagnes. Los vinos de Borgoña son algo mas caros porque la producción de éstos es limitada.
Francia tiene fama de servir malos cafés pero tiene buenos aguardientes de frutas, como el «cointreau» y el «gran marnier». También hay que destacar licores como el cognac y el calvados.
El fruto de la gastronomía francesa
En estos últimos años, la evolución de la sociedad ha planteado algunos problemas. El progreso en nuevas técnicas en la industria, y sobre todo, los problemas de rentabilidad perjudican la buena calidad de los alimentos.
Esto conduce a tres consecuencias graves: el dominio del mercado por parte de las multinacionales de productos alimentarios, la progresiva homogeneización de los sabores y la dificultad de conseguir especies de origen natural (animal o vegetal). De todos modos, la cocina francesa no está en peligro porque existe una nueva generación de cocineros, que preparan nuevas recetas.
Debe hacerse una ultima observación especial a los quesos. Este país, que tiene 340 clases de quesos, muestra el valor que adquiere la comida en su forma de vida.
El desarrollo de la cocina francesa, ha dependido de su historia pero es importante resaltar que su geografía, su clima y, sobre todo, la curiosidad de su pueblo, han sido capaces de convertir una necesidad como la de comer cada día, en un arte de lo mas refinado.