Como escribe este alumno en su diario «aún quedan muchas cosas por las que luchar en cualquier parte del mundo y más todavía en esta España de charanga y pandereta, como la definió un tal Machado».

Tú sabes que no soy pregonero de sueños ni creo que sean preludio de hechos venideros, aun así, te voy a narrar algo que debí soñar, aunque lo dudo, hace ya un par de días.

Ese día tenía examen y decidí dedicar algo de mi tiempo a una apacible y relajante siesta antes de acudir al examen y, como tú bien sabes querido diario, no tardé mucho en dormirme.

Quizás el típico nerviosismo antes de un examen o, por el contrario, mi excesiva relajación, no sé, me llevó a creer que me despertaba y como si todo me pareciera normal. Me dispuse a bajar las escaleras para ir al examen.

Abrí la puerta y al instante estaba situado en pleno Ayuntamiento, que parecía muy antiguo, entre una gran muchedumbre que aclamaba una serie de penas contra un ladrón que decían había robado manzanas del árbol de un Conde.

Más tarde le llegó el turno a un hombre que tenía aspecto de pudiente afirmando que había arrebatado fincas a familias de campesinos, y quedó absuelto al instante y sin saber porqué, me puse yo también a aplaudir las sentencias.

Alguien me empujó y de nuevo aparecí en otra calleja. Allí había un hombre recuerdo, querido diario, que era muy fornido y estaba dando una brutal paliza a una pobre chica que gritaba clemencia desde su posición de mujer.

Así paso un alguacil que sin mediar palabra asestó una brutal patada a la chica y se fue.
Pasó un cura y bendijo al “pobre” hombre y yo, te juro querido diario que sin saber porqué, de nuevo lo aclamé.

Me giré y di con un casar en un monte. Allí había un pastor con su rebaño a cobijo y un gran perro que estaba atacando a un crío. De repente apareció un hombre flaco y de tez clara con las insignias de alcalde de pueblo junto con la madre del crío, y apartando al perro cuidadosamente, le arreó un tortazo al crío y acuso a la madre de tener un hijo que incitaba a la violencia canina, felicitando (?) al pastor por el maravilloso perro que poseía.

Me desperté de un sobresalto. Habían pasado veinte minutos y aún quedaba media hora para ir al examen. Decidí ver la tele, ver el telediario.

Estaba comenzando el telediario, puedo recordar, querido diario, que comentaban como un hombre había sido condenado por robar comida para su familia a 6 años de cárcel, y cómo unos ex-ministros acababan de ser absueltos habiendo robado miles de millones. Esto claro, no lo dijeron.

A continuación hablaban de cómo un hombre había sido absuelto de pegar a su mujer por afirmar haber sufrido un “estado depresivo” ese día, ¡alucinante!.

Al finalizar el bloque nacional de noticias, se hacían eco de cómo un perro había matado a un niño a mordiscos y las sociedades protectoras de animales defendían la no culpabilidad del perro ni del dueño.

Y es que, querido diario, lo he estado pensando mucho y me parece que a España aún la queda mucho para llegar al siglo XX, pero hay una gran diferencia que se comienza a notar en todos los ámbitos de la sociedad, o eso me parece, que ahora ya no aplaudimos ni yo ni nadie como en el sueño.

Quería contarte esto diario para que nunca olvide que aún quedan muchas cosas por las que luchar en cualquier parte del mundo y más todavía en esta España “ de charanga y pandereta” como la definió un tal Machado, que de esto entendía un rato.

Hasta muy pronto, mi fiel amigo.

Trabajo original