Se cumple en este 2006 el vigésimo aniversario de la gran catástrofe de la central nuclear de Chernóbil y, coincidiendo, en las últimas semanas se ha hablado mucho, quizá más de lo normal, de las ventajas y desventajas de la utilización de la energía nuclear y de sus alternativas.
Coincidiendo con todo este revuelo producido por organizaciones ecologistas, como Greenpeace, o por un diputado socialista (Francisco Garrido, que por cierto también pide la concesión de derechos humanos para grandes simios) el día 30 de abril se cierra definitivamente, para su posterior desmantelamiento que no concluirá hasta 2015, la central nuclear más antigua de España: Zorita.
Tras 38 años funcionando y sólo dos años antes de que su «fecha de caducidad» contemplada por las autoridades europeas expirase, la central nuclear José Cabrera (Zorita) dejará de funcionar por orden del gobierno de Aznar en consenso con todos los partidos políticos en el año 2002, cuando se le concedió a Unión Fenosa una prórroga de algo más de tres años para su cierre definitivo. A partir de aquella prórroga la central empezó a apagarse, disminuyendo en 3 Mw. su carga hasta llegar a 118 durante el domingo 30 de abril, en el que se disminuirá su carga paulatinamente hasta llegar a 0 Mw.
Una vez ocurra esto el siguiente paso, cuyos gastos correrán a cargo de la eléctrica Unión Fenosa, será el desmantelamiento de la central nuclear. El primer paso consistirá en la extracción de las 292 barras de uranio enriquecido mediante la utilización de robots especializados que, más tarde, encapsularán las barras en contenedores de acero y hormigón. Tras este proceso las barras ya encapsuladas se trasladarán a un almacén de combustible en seco en 2008.
Ya a cargo de la empresa nacional de residuos radioactivos (ENRESA) se llevará a cabo la demolición de la central y el almacenamiento de los demás materiales radioactivos; total: 170 millones de euros de presupuesto para esta operación que pagaremos todos los españoles con el 0,8 % de nuestro recibo de la luz.
La situación actual respecto del precio del petróleo y el hecho de que éste es una fuente de energía no renovable y además contaminante, la amenaza de los accidentes nucleares y el recuerdo del desastre de Chernóbil, el interés económico de las compañías energéticas y por último el más que nombrado problema de la capa de ozono, el cambio climático, el deshielo polar…etc produce una situación de inestabilidad en el negocio del aprovisionamiento de energía, inestabilidad tanto económica como moral.
La necesidad de energía aumenta, pero en contra de lo que cabría esperar, esto es, que se desarrollara al menos un intento de desarrollo de las energías renovables tales como la eólica, estamos desarrollando planes de proliferación para el establecimiento de plantas de ciclo combinado de gas. Es cierto que no suelen causar incidentes tan graves como las plantas nucleares, pero el daño que causan al medio ambiente como consecuencia de la expulsión a la atmósfera de enormes cantidades de CO2 es irreparable. Así que instalar estas centrales tiene desventajas directas; es seguro que contaminarán la atmósfera con CO2, acentuando aún más la contaminación y también el tan comentado cambio climático. En cambio la expansión de las centrales nucleares está siendo avalada enérgicamente por la Agencia Internacional de la Energía, que la contempla como una forma de evitar el cambio climático. Lo que no dice es que todavía no están científicamente demostradas las consecuencias que traen estas centrales en el entorno en el que se emplazan, pero en principio los casos de cáncer y enfermedades de similares características se han multiplicado en las zonas alrededor de las centrales, el entorno se ha convertido en insalubre y se desaconseja en muchos lugares el consumir alimentos que provengan de los alrededores de las centrales (como peces de un río que se encuentre alrededor por ejemplo). A esto se le suma lo dificultoso de la eliminación de los desechos nucleares, eliminación «virtual» porque realmente no se eliminan sino que se esconden, y la posibilidad de producirse un accidente, lo que supone un desastre natural, véase lo que ocurrió en Chernóbil, y hoy, 20 años después, aún se sigue recogiendo polvo radioactivo en los alrededores de la central.
Hoy por hoy sabemos que la utilización irracional de las fuentes de energía no renovables, la contaminación de todos los tipos, la urbanización… nos han condenado a sufrir terribles consecuencias en un futuro cercano. Ya estamos condenados a ello, el proceso es irreversible del todo, con lo que lo único que nos queda es retrasarlo lo más posible, contaminando menos, desarrollando fuentes de energía alternativas y renovables, intentando depender menos del petróleo… en definitiva, dejando de hacer todo aquello que, aunque sabemos nos perjudicará en pocos años, seguimos haciendo. Así que la solución no pasa por el establecimiento de más centrales nucleares, ni muchísimo menos por poner más centrales de ciclo combinado, sino por desarrollar políticas ambientales sostenibles y basadas en la diversificación, apoyar la utilización de energías renovables y concienciar a la población para que consuma responsablemente.