Un alumno de 2º de Bachillerato nos explica los peligros de que siga existiendo la costumbre de realizar exámenes, práctica que, en su opinión, es «un lastre económico y social que conduce irremediablemente hacia la ruina del mundo desarrollado.»

Quiero que sepan que planeo desde hace años presentar una propuesta de ley que termine con los exámenes. Que obligue a ministerio, profesores y alumnos a plantearse de una manera totalmente distinta la forma de evaluar, de efectuar esa criba para dar un título a unos y una patada a otros.

No piensen que es vagancia, que es un intento vano y egoísta de quitarse de encima algo que sin duda durante épocas del año se pega mucho al cuerpo y llega a ser insoportable, de huir del calor del verano trasladándose a Siberia. En realidad, y aunque en un principio dicho así parezca una locura, o una falta total y absoluta de cualquier tipo de sentido común, los exámenes son un lastre económico y social que conducen irremediablemente hacia la ruina del mundo desarrollado.

Les pido por favor que no se tomen esto a la ligera, el futuro de nuestra nación depende muy probablemente de la abolición de esta arcaica y denigrada práctica, de este culto al absurdo, a la competitividad que asesina y a la jerarquización en las aulas.

Manteniendo los exámenes se provocará una sucesiva caída económica que atentará en primer lugar al sector servicios, pasando en consecuencia después el resto por Dios sabe qué penurias. Este temible efecto dominó, tendrá su nacimiento en los bachilleres y con mayor importancia en los universitarios.

Por todos es sabido que en las épocas en las que éstos están frente a sus evaluaciones hasta ahora de rigor, llámese febrero o junio, los bares de copas se ven sumidos en grandes apuros económicos, dado que sus principales clientes se encuentran durmiendo para al día siguiente levantarse pronto a estudiar.

Tan sólo los más osados y seguramente despreocupados se permiten salir, pero vuelven temprano a casa, y su consumo líquido desciende en picado. Claro que siempre hay excepciones borrachas a las seis de la mañana cantando «El pobre de mí», sentadas en un portal en pleno febrero.

Desde ahí la crisis se extiende como una plaga que alcanza lenta pero irreparablemente a un gran número de personas, de padres de familia que tienen que trabajar para dar de comer a sus hijos. Después de los dueños de los bares, se ven afectadas las propias casas de bebidas, con éstas caen también todos los transportistas que se encargan del abastecimiento de los bares.

Por otro lado al descender el número de personas que sale, los taxistas ven también mermadas sus carreras nocturnas, tras ellos vienen las gasolineras, una de las peor paradas, ni taxistas, ni camiones de reparto, ni los particulares, que también son importantes para ellos.

Y aquí señores con el petróleo hemos topado. El descenso del consumo de crudo traerá consigo una espectacular caída de precios a nivel internacional, los países desarrollados se negarán a seguir pagando al mismo precio el barril de oro negro, motivo por el que surgirán los primeros problemas entre el mundo musulmán y Occidente. Problemas que finalmente desembocarán en un conflicto de dimensiones todavía incalculables.

Pero éste no será el único enemigo en la guerra, recordemos que si los universitarios no salen, se acabaron los bares, si se acaban los bares las parejas de novios no son fácilmente localizables, por lo que los chinos de las rosas tendrán casi imposible su venta. Con esto cortamos una de las principales exportaciones de aquel país. En consecuencia China se aliará con los países exportadores de petróleo, y por consiguiente el conflicto será aún mayor.

Por estos motivos entiendo que los exámenes o cualquier práctica que robe tiempo al alumno, deberá ser suprimida con absoluta inmediatez, no se puede dar más margen al desarrollo de un problema que como han visto, de seguir así las cosas sería inevitable a la par de peligroso.

Por eso en vistas de que ninguna otra nación se atreve a dar este paso, España se tiene que erigir al frente y dar ejemplo al mundo, que se note que somos españoles:

¡Acabemos con los exámenes!

Trabajo original