Un estudiante del IES José María de Pereda analiza la nueva campaña sobre preservativos que se está difundiendo en televisión y las críticas de ciertos sectores que argumentan que los anuncios pervierten a sus hijos.

El otro día he visto en la tele, no sé en qué cadena, un anuncio que me llamó la atención más de lo normal. Un chico iba a irse con una señorita y al ir a sacar un preservativo de una máquina en los servicios de un bar (habrá gente que se fíe de esos chismes), qué casualidad que no tenía dinero (¿Por qué no tenía dinero?). En el momento traumático en el cual se desmoraliza y va a golpearse la cabeza contra la pared, aparece la señorita antes mencionada en el lavabo de caballeros (¿Qué hace allí? ¿Y qué pasa si hay alguien más?) y muestra ante la estúpida cara de satisfacción que pone ante el reluciente, mágico y nuevo preservativo que esa nueva diosa del amor porta en su mano.

Unos días después, en uno de esos momentos de lucidez en los que estás haciendo zapping sin parar y volviendo loco al que tienes al lado, vi otro anuncio similar en el que una madre la pregunta a su hija si va a salir con su novio. Su hija le responde que sí, y después de una cómplice mirada entre las dos, la hija saca ,cual paquete de caramelos, el antes citado y descrito «condón».

Pues aunque lo que acabáis de oír es digno principio de una película no apta, resulta que no, que era la nueva campaña gubernamental para prevenir el contagio y los embarazos no deseados. Para gustos se hicieron los colores y aunque a mí me haya parecido el anuncio más original que se ha creado de esa categoría, no han faltado los mega-ultra-más-que-conservadores papás y mamás que lo han censurado en los periódicos y radios alegando que daba pie al sexo y pervertía a sus «purísimas» hijas.

Mejor que mentalizar a los jóvenes (que saben mejor de lo que la gente se cree los riesgos del sexo) habría que mentalizar a sus papás, que son un poco ilusos (sin ánimo de ofender).

¿De verdad se piensan que cuando sus hijos/as salen los sábados hasta las tantas de la mañana lo hacen para jugar a las cartas; y que cuando a sus hijas las acompaña un chico a casa es para que no vuelvan solas y no las pase nada?. Pero, ¿qué pasa?. Es que no se enteran. Los tiempos cambian (aunque no me creo que hayan cambiado hasta el punto de que ellos no hubieran hecho lo mismo.) y más vale llevar un «condón» a mano, aunque el portador sea una mujer, que traer un inquilino a casa en la barriga. Así que ya lo sabéis.

Trabajo original