Disfrutar de los paisajes cántabros y a la vez conocer un poco más sobre el relieve y la vegetación del norte peninsular, es el objetivo de las salidas que desde el IES Santa Clara han comenzado a realizarse. Las dos primeras rutas, al Cañón del Ebro y al Valle del Miera, nos las relatan aquí dos alumnas participantes.
Vivimos en Cantabria, pero, ¿realmente conocemos nuestra propia provincia? Gracias a la iniciativa de Fernando Celada (profesor de Geografía del instituto) y de M.ª José Bolado (nuestra bibliotecaria), un grupo de estudiantes de nuestro centro tiene la oportunidad de disfrutar con rutas de los paisajes cántabros. Un único requisito: sacrificar un sábado al mes, ¡¿acaso cuesta tanto?!. Después de las dos experiencias que llevamos, nosotras creemos que merece la pena.
Hay que reconocer que la suerte nos ha acompañado en ambas excursiones (más que nada por el buen tiempo del que hemos disfrutado). Pero no todo es cuestión de azar, cada excursión está planeada al mínimo detalle.
En la primera de las rutas, a los Cañones de Ebro, recorrimos unos veinte kilómetros siguiendo la ribera del río, y pasando por Pesquera de Ebro y Valdelateja (al norte de Burgos), dos pueblos preciosos en los que pudimos apreciar la arquitectura y modos de vida de la comarca.
Pero la función de estas salidas no es sólo cultural sino también estar en contacto con la naturaleza y conocer la variedad del relieve y vegetación con que tenemos la suerte de contar en el norte de la península. Como recuerdo de esta excursión, muchos nos hemos podido traer a casa fósiles marinos (de conchas, caracolas,…) pertenecientes al mar de Tetis, que hace unos 230 millones de años (nada menos) bañaba parte de nuestro territorio.
Nuestra segunda experiencia, nos llevó al valle del río Miera, al otro lado de la bahía de Santander. Uno de los valles de Cantabria más bellos e interesantes, y sin embargo no muy conocido.
Teniendo en cuenta que a estas alturas del año anochece muy pronto, tuvimos que salir temprano, por lo que a eso de las
9:15 a.m. ya estábamos en Mirones, donde comenzaba nuestra ruta.
Aprovechamos el lugar para hacernos algunas fotos de grupo para recordar el día, y enseguida nos pusimos en marcha con Fernando a la cabeza.
Esta vez la marcha era bastante más dura que la anterior, con un montón de cuestas y caminos embarrados, pero el tiempo fue mucho mejor.
El recorrido inicial, era un circuito por el macizo montañoso de «las Enguizas», con ruta entre Mirones, la Cárcoba y vuelta a Mirones, pero tuvimos que modificarlo ligeramente.
En el camino nos encontramos con un grupo de gente que practicaba trial en la montaña, y para evitar molestias mayores, ya que el ruido, el humo, y demás inconvenientes procedentes de las motos no concordaban con nuestra idea de respeto al naturaleza como grupo de senderismo que somos, decidimos buscar un rodeo alternativo.
Continuamos la ruta hasta el pueblo de la Cárcoba, donde hicimos una breve parada para visitar la iglesia barroca del pueblo, con un magnífico retablo que nos explicaron con detalle. Andando un poquito más, llegamos al autobús, que nos esperaba para traernos a casa.
Y así resultó nuestra segunda excursión, aunque no lo parezca bastante resumida. Muchos llegamos agotados; unos pocos, ligeramente cansados (los menos, como una rosa), pero eso sí, todos contentos y satisfechos de la jornada, y deseando que llegue la próxima para conocer un poquito más nuestra provincia.
Nuestro próximo objetivo será Peña Amaya (al norte de Burgos), punto clave para entender la historia de Cantabria.