Una visita al Museo de Bellas Artes de Santander ha dado lugar a un trabajo sobre la pintura cubana que estudia las conexiones entre España y Cuba, realizado por una alumna del IES José Hierro.  

El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana ha realizado en nuestro país durante el año pasado, en el que se cumplió el centenario de 1898, varias exposiciones sobre los dibujos y cuadros de Landaluze. Intenta descubrirnos a este peculiar artista bilbaíno y cubano por adopción popular , poco conocido entre nosotros pero sobre todo poco conocido entre sus gentes, quien muestra en numerosas ocasiones a la isla de Cuba el afecto tan grande que siente hacia ella.

Nació en la ciudad de Bilbao en 1830, pero vivió en La Habana parte de su vida hasta que en 1888 murió en la Perla del Caribe.

Pintor e ilustrador de profesión, trabajó en algunas revistas, pero como realmente se consagró fue al retratar la vida y las gentes cubanas antes de la Independencia de este país. Captó muy bien, de una forma paradójica , las tradiciones, costumbres y los personajes típicos de sectores marginales de la sociedad colonial.

Quizás su obra estuvo influenciada por el romanticismo y esto permitió que expresara en sus cuadros algo diferente que le hiciera destacar frente a las técnicas empleadas por otros artistas de la época. Esta influencia de la que hablo, durante el siglo XIX fue patente tanto en la literatura como en los grabados, pero hasta este momento en que destaca Landaluze estuvo completamente ausente en cuanto a pintura se refiere.

Aunque destacan sus graciosas caricaturas, mediante las que se permita hacer una crítica de los excesos de la moda del momento, en lo que realmente se va a especializar es en litografías, una técnica que finalizados los cuadros parecen acuarela.

Los dibujos de tipo popular constituyen para Landaluze el primer acercamiento a la realidad cubana, en lo que se va a basar fundamentalmente su obra de carácter costumbrista.

Una de sus cromolitografías, en la que me voy a centrar más, simboliza a «Los Negros Curros». Se ven representados con colores fuertes, alegres pero sobre todo vistosos los trajes de un chico y una chica de color, probablemente cubanos. Estos personajes vivían en el manglar (formación vegetal característica de las regiones litorales de la región tropical) en el barrio de Jesús María, que en la primera mitad del siglo se consideraba el hampa de La Habana.

Landaluze deja muy patente en sus obras la vitalidad, el colorido, las astucias, la alegría, las costumbres, las burlas,… capta con mucha precisión la luz tropical, capta el momento justo en el que se desarrolla la acción real y luego lo plasma en sus bocetos tal y como lo ve, como lo siente y lo vive. Los prejuicios, las supersticiones, las pasiones del pueblo cubano tan lejos de nosotros pero a la vez tan cerca, sean blancos o negros. No es necesario compararle con otro artista de su mismo género para saber que es bueno, muy bueno sobre todo por el realismo y la emoción que siempre expresa en sus trabajos.

Esta labor que muestra su acercamiento personal a las clases populares de la isla, reflejado en las expresiones de los personajes, que están llenos de vida, que se mueven, que sienten,… Su mirada sensible e inteligente es la llave maestra para presentar dibujos elegantes y minuciosos, quizás con un acusado abuso de los perfiles y la rigidez en ocasiones con que pinta a la figura humana. Pero esto se ve compensado con las expresiones de la cara, la sonrisa insinuante de la mulata, en el caso de «Los Negros Curros» y la serenidad con que el tabaquero la mira.

Si observamos los trajes que visten los personajes nos damos cuenta de que tienen cierto parecido con los trajes típicos andaluces españoles. A lo mejor uno de los motivos de este enorme parecido es la cercanía entre sí de ambos pueblos, cercanía que no es de carácter geográfico sino que es una cercanía en cuanto a cultura o incluso de carácter espiritual, o simplemente sea una forma de mostrarnos por parte del autor la simpatía que sentía hacia su pueblo de adopción y hacia sus gentes con quienes logró identificarse completamente.

La obra de Landaluze no tiene como objetivo criticar, sino que es una visión más externa y pintoresca, a veces incluso con ciertos rasgos de humor.

En la representación de la vida habanera tiene más debilidad por las gentes de color, es decir, casi siempre un negro es el personaje más destacado y por tanto el principal. Representa a este protagonista en diferentes peldaños de la escala social. Desde el negro libre hasta el negro esclavo dedicado a la plantación, pasando por el negro esclavo cuya labor es el servicio doméstico de la casa de unos ricos.

Como mencioné al principio del texto, Landaluze fue un hombre muy conocido en la sociedad del siglo XIX principalmente como caricaturista, aunque en la actualidad se tiene más en cuenta la importancia de su labor con un sentido acusado de cubanía, hecho que le convierte en el pintor del siglo XIX de escenas costumbristas cubanas más importante. 

Comentarios sobre la pintura de Víctor Patricio Landaluze del libro Víctor Patricio Landaluze (1830-1889), ed. Museo de Bellas Artes de Bilbao, 1998 

LOS CUADROS DE LANDALUZE SE ENCUENTRAN EN EL NACIONAL DE CUBA  

«(…) comprende [Landaluze] el carácter transculturado del cubano, su esencial mestizaje; y, tanto en sus grabados como en sus óleos y acuarelas, se regocija reflejando en sus más mínimos detalles el ademán, entre sofisticado y provocativo, de la mulata; la gracia danzante de un íreme (llamado popularmente «diablito») ,uno de los personajes centrales de los atractivos ritos de los abakuás ñáñigos; y disímiles facetas de la presencia negra en Cuba, como en El cimarrón, Fiesta de Reyes en Guanabacoa, Negros curros, Un corte de caña en Cuba, y otros. Con razón ha dicho José A. Portuondo que Landaluze es el primer descubridor  de la belleza plástica del hombre negro y, sobre todo, de la mujer negra cubana (…)»  

 

UN POEMA DE CUBA
De Motivos de son, 1930- publicado en el libro Sóngoro cosongo (y otros poemas) Alianza ed.1991, del gran poeta cubano NICOLÁS GUILLÉN 

                             SÓNGORO COSONGO 

 ¡Ay negra,
si tú supiera!
Anoche te vi pasar,
y no quise que me viera.
 A él tú le hará como a mí,
 que cuando no tuve plata
  te corrite de bachata,
  sin acordarte de mí 

Sóngoro, cosongo, 
songo bé;
sóngoro cosongo
de mamey;
sóngoro, la negra
baila bien;
sóngoro de uno,
sóngoro de tré.

Aé,
vengan a ver;
aé, vamo pa ver;
¡vengan , sóngoro cosongo,
sóngoro cosongo
de mamey!

 

Trabajo original