Los Picos de Europa son un valioso parque que aporta un beneficio importante a la zona no sólo natural sino que también económico, con el turismo. Los Picos de Europa se han convertido en uno de los mejores tesoros naturales que alberga la Península Ibérica.

A parte de ser uno de los conjuntos más significativos y con mayor personalidad de la Península Ibérica y de formar  uno de los principales parajes naturales más apreciados de España, también son un regalo beneficioso para el espíritu dolorido del hombre la contemplación silenciosa y respetuosa de la heterogénea naturaleza.

Todo aquel que ha visitado este parque coincide en que, el mar, la montaña, el desierto, los grandes ríos, los hielos vírgenes, la noche estrellada, llenan de aire vital nuestros corazones, y nos producen una idea buena del Universo, que está bien hecho, es hermoso y representa nuestra esperanza más construida.

Aquí la naturaleza nos muestra especialmente generosa el más cuidado y libre jardín botánico, con robles, rebollos, encinas, fresnos, hayas, abedules, tejos, acebos, sauces, olmos, nogales, cerezos, etc… así como una fauna variada, alegre, traviesa, sonora y hermosa, en donde el urogallo, el rebeco y el oso pardo o e lobo son quizás sus mejores representantes, los cuales se encuentran en vías de extinción. 

Cuando se sube al Mirador del Príncipe y vemos el Cantábrico en los días claros, el hombre siente que su conducta no está muy relacionada con la naturaleza. Visitar este parque nos hace darnos cuenta de lo valioso que es la existencia de la naturaleza.

La Historia no ha contaminado ni ensuciado los bosques, las rocas, el agua, la nieve, las cimas y los valles de estos lugares. Tampoco ha conseguido matar la vida de los Picos de Europa, y en ellos no queda ni la sombra de aquellas glorias de los hombres.

Y ya descendiendo a detalles menos trascendentes, la actual directora general de este Parque Nacional, que a mí me parece que lo está haciendo muy bien, debe eliminar las millones de colillas repartidas en los Lagos de Covadonga, que con su presencia en la hierba parecen romper el respeto por este santuario natural, que no se compagina para nada con la falta de sensibilidad estética de algunos de sus visitantes.

 El turismo ha experimentado un gran crecimiento en Liébana, esto no debería ser un inconveniente siempre y cuando se actúe de forma cuidadosa y con cautela.

Por lo que respecta al futuro de este parque, es importante destacar que la creciente afluencia turística puede causar problemas para la conservación del parque, especialmente si no se elaboran planes para impedir posibles alteraciones ecológicas en sus bosques, praderas y zonas altas. Sin embargo, la dirección del parque parece que está llevando a cabo una política de uso público orientada fundamentalmente a disminuir esta presión humana.

Aprovechando la magnífica naturaleza de la zona se practican múltiples actividades al aire libre, que cada día están cogiendo mayor auge entre los visitantes que llegan a la comarca.

Por ello, y como conclusión final, quiero recalcar que visitar este parque es una buena forma de conocer mejor todas las maravillas ambientales que constituyen nuestro entorno y además podemos disfrutar de todo lo que nos ofrece. Tanto lo creado por el hombre como lo que de forma natural nos hemos estado deleitando a lo largo de todo este tiempo.

Trabajo original