Unos ojos me miraron detrás de la oscuridad; una voz preguntó un porqué, un porqué que resonó por todas partes; entonces la voz desapareció de igual forma que había aparecido, los ojos se reflejaron en un haz de luz, inquietos preguntando un porqué que no tenía respuesta. La respuesta jamás será pronunciada.
El lugar donde vivió aquel hecho sigue aún ahí como testigo mudo del misterio que siempre existirá acerca de él.
Volvió de nuevo, aquellos ojos no me miraron, no me interrogaron detrás de la más profunda oscuridad; jamás lo volví a oír.
Tiempo después descubrí lo que verdaderamente sucedió, aquellos ojos pertenecieron a un hombre que falleció en aquel lugar, hacía ya unos cincuenta años.
La voz pertenecía a aquel fantasma. Dicen que las noches en que la luna deja ver su silueta que aparece vislumbrada, se pregunta por qué le sucedió a él.
Aquella noche en que murió no dejó de llover de tristeza por el único ser humano que de verdad se comportó como tal.