Los trucos publicitarios nos hacen caer en el consumismo, es una teoría. Aplicar esta teoría al fomento de la lectura podría ser una buena solución; esto es lo que nos expone esta alumna del IES Augusto González Linares.
En Madrid hay un cartel que anuncia la tienda que lo exhibe como la que vende los zapatos más caros de todo Madrid y aunque parezca mentira vende zapatos. ¿Por qué? El inocente transeúnte va paseando y ve un enorme cartel en el que pone: «Aquí, los zapatos más caros» y piensa: «no pueden ser tan caros», y piensa «es un truco comercial», y sigue pensando «no voy a ver el escaparate» y entonces, movido por la curiosidad, reacciona contra toda lógica, coge va, y mira el escaparate, al fin y al cabo.. los zapatos no son tan caros y éstos que llevo están ya viejos, la verdad es que… estoy necesitando unos nuevos. Total, que el cartel surte efecto y te compras los zapatos más caros.
Esta filosofía es la del titular que últimamente no paro de encontrarme por todos lados «NO LEAS ESTO», ya sea en anuncios, panfletos o carteles. Al leerlo siempre viene a mi mente el mismo pensamiento: «es para que lo leas, son trucos publicitarios, no vayas, no vayas» y al final, cómo no, acabo como todo hijo de vecino, leyéndolo. Política, algún producto comercial o la apertura de una biblioteca, cualquier cosa es válida para no ser leída.
Ahora es cuando yo me pregunto por qué los especialistas se quejan de que la juventud no lee, de que la televisión los tiene demasiado «atontados», de que los argumentos como los de Isaac Asimov, «un libro es mejor que una película», no surten efecto. ¿Por qué no emplean la filosofía del «no leas esto»? Basta con titular los libros de esta manera: «No leas este libro» o «Este libro es muy malo» o «El libro más aburrido jamás escrito», casi seguro que, aunque el pensamiento dijera: «es un truco, no lo leas…», la curiosidad se preguntaría: ¿puede un libro ser tan malo como para titularse así? Casi seguro serían los libros más leídos, los más vendidos, los más comprados y los más prestados.
Y aquí acabo mi alegato en favor de la lectura, sólo me queda decir a los que no les gusta la lectura que personalmente le doy la razón a Isaac Asimov: un libro es la mejor película, un libro es una película que podemos ver cuando y donde y como queramos, repetir las escenas cuantas veces deseemos y, lo mejor de todo, es que los personajes y los escenarios son los más espectaculares, porque la imaginación es capaz de crear a partir de una descripción los escenarios y personajes mejor que el maquillaje y los efectos especiales.
Trabajo original