Una niña describe a sus padres, que son muy especiales: su padre es alegriólogo y su madre es esperanzóloga.
Mi padre es alegriólogo, donde él está siempre hay alegría, buen humor y optimismo. Hombres como mi padre hay pocos, pero sirven para mucho.
Su trabajo es sencillo, ir a un lugar y sonreír. En casa a veces me duelen los labios de tanto reír, pero es bueno. Mi madre a veces se enfada porque él es incapaz de castigarme o reñirme cuando hago algo malo, «aunque eso es pocas veces», ella siempre es la mala de la película. ¡Me encanta mi padre! Va mucho a hospitales, de niños sobretodo. Cuando va a hospitales de niños, me gusta ir, sólo por verles sonreír.
Mi madre es esperanzóloga, con sólo mirar a la gente a los ojos las devuelve la esperanza. Mi madre va a la cárcel dos veces por semana para devolverles la esperanza a los presos de que podrán salir de allí algún día. También va a hospitales, como mi padre, y de vez en cuando yo les acompaño.
¡Estos padres son chulísimos! Yo de mayor quiero ser como ellos.