Llora Kosovo. Tú también kosovar. Llora, sufre y si eres capaz de hallar en tu aterrado ser, vestigio de tu labrada fuerza, entonces clama y maldice, no odies, pues los que sufren no odian, pero sí maldice, que licencia te otorgamos. Llora, llora por ti, por los tuyos y por los que no volverás a ver. Sufre, sufre por tu huida, por tu destino y por el horror. Maldice kosovar, maldice la intolerancia, la persecución y el genocidio.

Si pides respuestas, no las busques, no las hay. Si pides ayuda, alza tu mirada nocturna al cielo, que el resplandor de las bombas te acoge. No esperes cosa alguna, pues nadie eres y nada tienes. Pero no desesperes, que a los de tu clase, la tardía sombra de la carencia y la soledad, en su asesino seno acogen, a más tardar cuando las portadas y titulares se recogen.

Serbios y kosovares, quizá parecidos, pero nunca iguales en el corazón serbio. ¿Qué inclina el corazón humano al exterminio de su semejante? ¿Odio ancestral? ¿Exaltado nacionalismo? Probablemente no exista respuesta certera ni verdadera, únicamente pequeños retazos de crudísima realidad que tan solo aumentan nuestra repulsa contra la sinrazón de la barbarie.

¿Pero quién es quién en este juego del asesina y ocupa que viene la OTAN? Esta vez los malos, malísimos de la función parecen ser los serbios, o al menos una parte de ellos.

Por un lado están quienes utilizando su puesto de poder -Milosevic a la cabeza- organizan, planifican o dirigen la campaña de limpieza étnica. En la década de los noventa esta clase política ha impulsado una política que no va mas allá de la anexión de sus regiones colindantes y la expulsión de sus habitantes, con la matanza como convincente argumento.

Se ha valido de un pueblo ávido del ego patriótico, nacionalista y vengativo que apoya en su mayoría a unos dirigentes que ofrecen un espectáculo dantesco, enterrado en fosas comunes. Pero no podemos obviar, que en las atrocidades cometidas no solo han participado los políticos y los militares, sino que muchos ciudadanos de a pie, personas comunes han optado por unirse a la espiral de violencia y participar activamente en la aniquilación de sus hasta ahora vecinos o compañeros. ¿Motivos? Inimaginables. Abominables. Ninguna razón alcanza a explicar la miseria humana y lo enfermizo de algunas mentes.

Teóricos salvadores

En el bando contrario, nos topamos con los teóricos salvadores, países y organizaciones que «desinteresadamente» acuden en rescate de los oprimidos.

Se intenta vender desde la OTAN una guerra limpia, una guerra que solo ataca objetivos militares y nunca civiles. Pero, ¿es que existe la guerra limpia? La guerra, guerra es, con todas sus desgracias y ninguno de sus beneficios.

Eso sí, cuando se erra el blanco y los afectados son civiles, victimas involuntarias de unos sucesos incontrolados, se informa que se trata de un ligerísimo fallo, nada en comparación con los miles de ataques que se realizan.
Puede que el margen de error sea mera estadística, no obstante, ¿qué ocurre cuando esas estadísticas reflejan la vida o la muerte de seres humanos? ¿Debemos de seguir considerándolo un fallo sin relevancia?

Mientras tanto el refugiado kosovar espera su suerte en los campos construidos a tal afecto -gracias, algo es algo-, sobreviviendo con la ayuda que sobre el terreno prestan las diferentes ONG que allí operan. Si se buscaran soluciones a la problemática de estos desplazados con la misma velocidad con que se arrojan bombas sobre Serbia, probablemente se ahorrarían millones de llantos y toneladas de sufrimiento.

No se trata únicamente de criticar desde nuestros hogares la actuación de los unos y de los otros, sino de reflexionar sobre la propia naturaleza del ser humano. ¿Por qué sucede todo esto? ¿Por qué se permite tanto dolor y tanta miseria?¿ Queda en nosotros algo de humanidad, algo de respeto a la vida?¿ Podemos coexistir en paz? ¿Tan podridos están algunos corazones? ¿Cuáles no lo están? Cada cual tendrá que hallar sus propias respuestas en un océano de preguntas, tarea difícil y ardua, confiemos en que no imposible. Tan solo construye y no destruyas, tan solo ama y no odies, tan solo vive y permite que el resto de los que te rodean, siendo como y quienes sean, también lo hagan.

Adiós amigo kosovar, llora y espera.

Trabajo original