El lagarto gigante del Hierro es el reptil más protegido de Europa y uno de los más vulnerables de la tierra. Se le consideraba extinguido desde 1940 pero sólo se había escondido del afán coleccionista y de las garras del gato cimarrón.

La semana pasada me encontraba yo sentado en el sofá haciendo zapping y descubrí por casualidad que en el segundo canal de televisión española estaban emitiendo un interesantísimo programa dedicado al lagarto gigante en la isla del Hierro, por consiguiente decidí investigar sobre el tema en diversas publicaciones como la revista Newton, de esta investigación saqué numerosos datos y conclusiones que os comentaré a continuación. 

En Canarias viven algunos de los lagartos más apreciados del mundo. Son especies únicas por su tamaño (60 centímetros) y escaso número, y no han elegido las islas precisamente por su buena costumbre de ponerse al sol. Llegaron allí mucho antes que los turistas, en balsas procedentes de África. Diez mil años después, los enormes ejemplares de El Hierro y la Gomera son la especie de lagarto más amenazada de Europa y está entre las cinco más vulnerables del mundo.

Pero la ciencia puede ahora salvar lo que estuvo a punto de destruir a comienzo de siglo. El afán de catalogar a estos reptiles les convirtió casi en un trofeo y provocó una captura masiva en los Roques de Salmor, los islotes donde se había refugiado la especie herreña. La historia cuenta que un científico inglés quiso ser el único propietario y, tras apoderarse de varios ejemplares, enveneno a los demás. Si quedó alguno fue devorado por el gato cimarrón, su gran enemigo, con lo que en 1940 se le perdió definitivamente la pista.

Sin embargo, en 1974 un cabrero y su nieto encontraron una pareja de lagartos en La Fuga de Gorreta, una pared casi inaccesible en el interior de la isla. El hallazgo no fue una casualidad, pues el criador de reptiles alemán Werner Bings, les había facilitado a los cabreros una reproducción en plastilina de lo que creía que podía ser un excremento de lagarto. Tras el descubrimiento, Bings, quiso llevárselos para su reproducción en cautividad, pero las autoridades locales ya estaban sensibilizadas con el asunto y prohibieron su salida de la isla.

Esa incipiente conciencia ecológica tardó bastante en materializarse, pues  hasta 1985 no comenzó el plan de recuperación del lagarto. La tarea, financiada actualmente por el proyecto Life de la UE le fue encomendada en un principio al biólogo Antonio Machado.
Para acceder a la zona, tenía que ser izado con una cuerda por Juan Pedro Pérez, el mismo que redescubrió la especie junto a su abuelo y el único capaz de entrar en ese refugio natural en el que mil y mil quinientos reptiles han podido esconderse hasta de los gatos enemigos.

Para comenzar su reproducción en cautividad fueron capturados cuatro progenitores: dos machos y dos hembras. Hasta ahora su hogar ha sido el Centro de reproducción e investigación del lagarto gigante de el Hierro, más conocido como el lagartario. Sus instalaciones están entre las mejores del mundo pero los lagartos deben ir desacostumbrándose progresivamente, para enfrentarse a la vida real. Quince años después y tras la colaboración de otros ocho ejemplares los responsables pueden presumir de haber creado una familia de cuatrocientos cincuenta lagartos.

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