Continúan las aventuras de Marta, una joven de quince años que vive en Barcelona. Todos los veranos va de vacaciones a un pueblecito de la sierra que en otra época dicen que fue un poblado de brujas. Un día, Javi, un chico de su pandilla, apareció muerto al entrar en la ‘Mansión de los Horrores’.

 

 CAPÍTULO II
EL RELOJ DE LA TORRE

Cuando me disponía a intentar encontrar la escalera a tientas me dí cuenta de que la tormenta que antes eran sólo unas gotas ahora era una terrible tempestad. Justo cuando estaban pasando estos pensamientos por mi mente, un rayo llenó mi cuerpo de miedo y por un instante la estancia de luz, el tiempo justo para dejarme ver unos muebles tapados con sábanas viejas y los primeros peldaños de unas desgastadas escaleras.
Sin querer pensar en las conclusiones que podían conllevar mi curiosidad me lancé en picado al primer peldaño.
Como el miedo no me permitía caminar sin dar un paso en falso, decidí subir las escaleras arrastrándome, como una serpiente, para no tropezarme y caer.

Comencé a ascender lentamente, con cuidado. A medida que iba subiendo, las escaleras crujían tras de mí. Con el tacto pude adivinar que el suelo de abajo era de dura piedra pero que las escaleras eran de una madera astillada y apolillada.
Cuando por intuición pensé que estaba a punto de llegar a la torre, di un paso en falso y sufrí una caída de cinco minutos a causa de la rotura de un peldaño que por suerte amortiguó una alfombra de algo parecido a la paja que se encontraba en el húmedo sótano de aquella mansión maldita.

 

CAPÍTULO III
LA SALA DE TORTURAS

Con la caída debí de perder el conocimiento, pues al intentar levantarme tuve que agarrarme a la pared porque aún estaba mareada. Las paredes estaban heladas y tenían una textura muy rugosa. Pasé las palmas de las manos por ellas con la esperanza de encontrar una puerta pero en vez de eso encontré….¡el interruptor de la luz! Tras respirar aliviada apreté el botón y la luz iluminó el desván y….¡oh Dios¡. Deseé no haberlo hecho nunca, porque frente a mis ojos aparecieron miles de esqueletos humanos y máquinas de tortura.-¿Se deberían los gritos que a veces se oían fuera de la casa a estos siniestros montones de huesos?-
Nada más aparecer estas siniestras figuras ante mis ojos bajé la vista. Por mi mente pasaron tantas cosas que lo único que puedo recordar es que las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Poco a poco fui levantando la mirada hacia el fondo de la habitación y me encontré con que al final del largo pasillo, rodeado de esqueletos, había una puerta de hierro.
No me atrevía a dar un sólo paso entre aquellas espantosas formas, pero sabía que debía salir de allí.

 
CAPÍTULO IV
DESTINO MORTAL

Comencé avanzando lentamente entre aquellas vitrinas que pondrían los pelos de punta. No sé por qué, pero una extraña intención vino a mi cabeza, ¿pasaría algo por echar una ojeada a los cartelitos que había debajo de cada vitrina?, seguro que no.
Pasé la mirada por ellos. En la parte superior estaba el nombre de la víctima y en la inferior la fecha del asesinato.
Las primeras fechas no me interesaron demasiado ya que eran del siglo pasado, pero a medida que fui avanzando las fechas se acercaban al día de la muerte de Javi y, tal y como había sospechado, ahí estaba su esqueleto con su correspondiente cartel que decía: Javier Ruiz Conde. Verano del 98.

Todo mi cuerpo se estremeció al leer esto, pero lo peor llegó cuando al continuar andando vi que la vitrina contigua a ésta estaba vacía y debajo tenía el cartel correspondiente con una inscripción que decía: Marta López Rodríguez, Verano del 00.
Intenté contenerme al leer ésto, pero el pánico se apoderó de mí y comencé a chillar pidiendo socorro. Así pasé más de cinco minutos.

 

Continuará…

 

Capítulo I: https://interaulas.org/hemeroteca/la-mansion-de-los-horrores-i/

 

Trabajo original