Hace mucho tiempo había una casa en una montaña donde a veces se quedaba la gente cuando iba de excursión, hasta que un día un señor muy rico la compró. El señor se llamaba Jony Crufas y su mujer Gisela. Tenían dos hijos que tenían 14 años el mayor y el pequeño 12 años.
El señor Jony decidió comprarla porque le gustaba mucho la forma y dónde estaba situada. A la casa le hacían falta unos arreglos. Entonces empezó a arreglar, llamó a un cristalero, a un arreglador de tejados, a un fontanero y a uno para arreglar los suelos. Después de unos días llamó a un pintor. El señor Jony decidió pintarla de color verde con unos dibujos con árboles y animales. Cuando terminó el pintor, Jony pagó a todos y le costó 4.000.000 millones de pesetas, pero a Jony le daba igual porque era rico. Jony al día siguiente trajo los muebles y todo, pero algunos muebles y estatuas de la casa se las quedó porque les gustaban mucho. Las estatuas eran de Drácula, Frankestein, una mano, el hombre lobo y un perro rabioso. Al día siguiente, Jony se levantó feliz y alegre por haber comprado esa casa y sus hijos cuando se levantaron le dijeron al padre que la estatua del hombre lobo se le había quitado el pelo, y el padre fue a mirarlo y era verdad, pero Jony le dijo a sus hijos que la estatua tendría un sistema.
Cuando se levantó la mujer fue a desayunar, tenían una sirvienta que se llamaba Laura y entonces hizo el desayuno. Los críos cuando terminaron les llevo Jony al colegio en su Ferrari F-40 y después de dejarles se fue a trabajar. Después de cinco horas Jony volvió a recoger a sus hijos y se fueron para casa. Cuando llegaron a casa la mujer de Jony le dijo que la figura de Drácula había recobrado vida y le había mordido en el cuello y cuando Jony la miró era verdad. Jony fue al cuarto y la miró y, cuando la iba a comprobar, la figura del perro rabioso le mordió y luego mordió a su familia, les pegó la rabia y cascaron el huevo todos.