Terrorismo, armas químicas, armas biológicas, petróleo, treinta años de poder absoluto, embargo económico, ataques regulares contra la población, más de 1500 muertos… Este alumno analiza todos los factores que intervienen en el conflicto que amenaza con una nueva guerra entre Estados Unidos e Irak.

Once años después de la guerra del Golfo, Irak está más que nunca en el punto de mira de Estados Unidos. O mejor dicho, Saddam Hussein, que lleva más de 30 años de poder absoluto. Pese a su régimen dictatorial, el pueblo iraquí le apoya cada día más, sobre todo desde que es objetivo directo de Estados Unidos.

Tras los atentados del 11 de septiembre, la Casa Blanca se ha marcado como objetivo en su campaña contra el «eje del mal» derrocar al presidente de Irak a causa de albergar armamentos biológicos y químicos para preparar una bomba nuclear.

A finales del pasado septiembre el Primer Ministro británico, Tony Blair, presentó un informe con el que aportó las pruebas definitivas sobre la presencia de armas químicas y biológicas. El informe aseguraba que Irak trataba de adquirir uranio, a través de un país africano, para fabricar una bomba nuclear, con lo que podía convertirse en una potencia nuclear en uno o dos años.

Cuando el régimen de Bagdad aceptó los términos del alto el fuego en laguerra del Golfo, Saddam Hussein se comprometió a «desmantelar o inutilizar» todo su armamento de destrucción masiva. Pero siete años después, los inspectores designados por la ONU para supervisar la destrucción de los arsenales iraquíes pusieron fin a su investigación como protesta por los obstáculos que el régimen de Bagdag les ponía.

Los Estados Unidos también culpan a Irak de dar cobijo al terrorismo islámico. Sin embargo, la amenaza de Saddam no es el único motivo para el ataque.También hay otros intereses en juego. El oro negro.

Irak es la segunda reserva de petróleo del mundo, detrás de los saudíes, lo que constituye un codiciado botín de guerra que hay que evitar dejar en manos del «enemigo» de Occidente.
El presidente de los Estados Unidos mantiene que sólo un ataque fulminante podría acabar definitivamente con el régimen de Saddam, al que no han podido vencer ni los embargos internacionales ni la débil oposición iraquí, formada por kurdos y chiítas.

El embargo económico impuesto a Irak tras la guerra del Golfo ha mermado a la población iraquí. Niños, mujeres y ancianos sufren hambre y viven en condiciones miserables. Otra de las sanciones impuestas tras la guerra del Golfo, fue el establecimiento de dos zonas de exclusión aérea al norte y al sur de Irak por las que circulan aviones estadounidenses y británicos que lanzan ataques regularmente, en respuesta a «actos hostiles iraquíes». Estos ataques han causado ya más de 1.500 muertos, según denuncia Irak.

Francia y Alemania se oponen a los Estados Unidos frente a la posibilidad de que se desencadene una nueva guerra. El único país europeo que mantiene un apoyo condicional a los Estados Unidos es España.

En Estados Unidos no todos están a favor de la guerra. Los pacifistas se han manifestado masivamente en los últimos días. No se resignan a que su país se vea arrastrado a la guerra por un Gobierno que actúa, según ellos, a favor de unos intereses que no son los de la mayoría del pueblo.

 

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