Tercer capítulo de ‘En busca del verdadero tesoro’, que cuenta la historia de una niña de 12 años llamada Alison que vivía en Sidney en el hotel de sus padres. La aventura comienza cuando viaja a Ecuador con su amigo Tom para visitar a una tía.

Como si fuera la llamada del diablo, el unicornio apareció envuelto en humo. El único unicornio del mundo estaba allí, enfrente de ellos. Su pelaje era puro terciopelo, su cuerno, muy afilado, relucía cuando le acariciaba el sol; Sus cabellos parecían madreselvas, ya que su color era de un verde muy intenso, al igual que sus dos ojos que parecían dos estrellas.¡Menuda preciosidad! Alison y Tom no dejaban de acariciar el lomo a la octava maravilla del mundo.
Montaron en él y, con un resoplido, el unicornio galopó por todos los rincones del Bosque de las Mil Maravillas. Cuando lo hubieron recorrido de punta a punta la isla, el unicornio desapareció envuelto en humo.
El unicornio los dejó enfrente de un gran templo que tenía una enorme puerta.

¿Cómo lograremos franquear la entrada de este templo Alison?
No estoy segura, pero tal vez si tiramos de la manecilla...

Eso hicieron y, después de un largo rato, lograron abrirla.
Ellos se imaginaban un templo con antorchas que iluminasen el lugar, oro y piedras preciosas adornarían el templo que los habitantes del bosque regalarían a su diosa, o al menos eso aparecía en las películas. Pero… ¡Oh!… Qué sorpresa, el templo era por dentro justamente igual que por fuera… bueno más o menos. Una cortina de enredaderas se abría de forma que podían ver un río con nenúfares para proteger un capullo de rosa que se encontraba cerrado, al otro lado.

Pe-pe-perdone, señorita espíritu del bosque -tartamudeaban Alison y Tom– Un gnomo nos envió aquí pa- pa-para saber donde se...
Donde se encuenta el verdadero tesoro– dijo Alison con voz más segura y constante.

De repente el capullo se abrió dando paso a la vista de una joven de pelo azul y rostro pálido que se encontraba en el interior de la flor.
Buenos días extranjeros– dijo la muchacha.
Buenos días– contestaron a coro.
-¿Estáis seguros de que queréis descubrir el verdadero tesoro que se halla oculto en esta isla?.
-dijeron- Un mono y un papagayo nos hablaron de su existencia.
Pero nosotros ya sabíamos que existía -continuó Alison.
Encontramos una botella que tenía un mapa que nos marcaba el tramo que existía y su topografía.
¡Hum, hum! –pensó el espíritu del bosque– parecéis muy seguros, sacad el mapa de la botella y miradlo. ¿Veis dónde estamos?
Sí.
¿Observáis los Montes del Miedo?.

-Es ahí donde se encuentra el tesoro.
-¿Qué?
-Se encuent
ra en algún lugar de esos montes.
-Aguarda-
dijo Alison– en caso de que lo encontrásemos, ¿Cómo lograríamos salir de esta isla?
Eso es algo que deberéis descubrir por vosotros mismos.

El capullo se cerró y eso les impulsó a salir del templo, puesto que ya no pintaban nada en aquel lugar. Cerraron la puerta del templo y recapacitaron para sí.
¿Por qué crees tú que el lugar donde se encuentra el tesoro tenía que ser precisamente allí? Creo que hay más, ¿tú no?.
Alison, como de costumbre no habló, se sentó en una piedra muy grande que se encontraba enfrente del templo. La chica observaba el mapa y, con los dedos estaba dibujando la geografía de aquel lugar en el plano.

Alison, ¿no me has oído? ¿Se puede saber qué haces?
-Creo que deberíamos partir mañana. Busquemos un lugar donde dormir y partiremos en busca del tesoro.

A Tom le gustó la idea, comieron algunos plátanos para terminar bien el día y se acostaron en unos matorrales que no tenían espinas, pero sí unas preciosas rosas. Como la otra noche, las criaturas de los sueños decidieron hacerle una visita a los dos.

Despertad humanos!– chilló papagayo.
¡Shhh!– dijo Mono- Que los despiertas.
Hemos venido aquí para eso ¿No?. Pues no sé como quieres decirles nada si duermen como pavos.
-¡Mira, parece que se despiertan de nuevo-
le interrumpió Mono.
-Hola de nuevo, Mono y Papagayo- dijo
Tom.
-¡Uhha! ¿Alguna novedad?

Hemos observado que estáis dispuestos a conseguir el verdadero tesoro de ésta –Sermoneó Mono- ¡Cuidado!.
¿Cuidado? –preguntó Alison– ¿Cuidado de qué?
-De las criaturas del mal que habitan allí. Yo que vosotros me armaría con utensilios mágicos, como por ejemplo las rosas de estos arbustos, tienen un perfume que destruye a las criaturas del mal.
-¿Seguro? –
dijeron a coro.
Tan seguro como que me llamo Papagayo.
Gracias– repitieron.
También hay rocas que son mágicas, pero no sabemos cuales son.
-Tengo dos preguntas
– anunció Alison.
¿Cuáles son? -dijo Mono- Puedes preguntarme todo lo que quieras, menos cómo se debe salir de esta isla.
¿Por qué?– preguntó extrañado el muchacho.
Porque es algo que debéis descubrir vosotros -dijo Papagayo.
Bueno -interrumpió Alison- ¿Dónde está esta isla? ¿Por qué no sale en el mapa?
Verás -expicaba Mono- esta isla no existe.
-¿Cómo que no existe? -preguntaron a dúo.
Esta isla es producto de vuestra imaginación. La ambición unida de encontrar una isla con su tesoro. Cuando alguien tiene una ilusión muy fuerte por algo, no basta, pero si se junta con alguien que tenga esa misma ilusión, aparece la isla mágica. Sólo hay que esperar el momento oportuno de vuestra vida.

En ese momento los dos se despertaron de golpe, aún no había amanecido.
¿Has soñado lo que yo he soñado?
-Sí-,
respondió Tom.
-¿Quién nos iba a decir que nuestra ambición podría llegar tan lejos, no crees?

Los dos se rieron y se fueron a coger piedras y rosas para armarse bien, hasta de valor.

Cuando el Sol bañó el bosque, decidieron partir hacia los Montes del Miedo, que con sólo oír su nombre las piernas les temblaban, el miedo les cubría, como las olas cubren a las rocas.

       
                                                                                                                                                                                           Continuará…

Trabajo original