‘El lápiz del carpintero’ cuenta una historia de amor entre un preso y su novia a través de la mirada de Herbal, un carcelero nacional durante la guerra civil. Es también la historia de un lápiz de carpintero en el que reside el alma de un pintor al que Herbal mató.
Título: ‘El lápiz del carpintero’.
Autor: Manuel Rivas.
Editorial: Alfaguara.
Año de publicación: 1998.
El libro comienza con la entrevista de Carlos Sousa al doctor Da Barca que se encuentra exiliado en Méjico. Durante esta entrevista el doctor le hace muchas preguntas a Carlos. Al final Carlos le pregunta cómo conoció a su mujer y el doctor le dice que la conoció en un acto republicano pero que ya la había visto antes. Cuando la conoció, el doctor le contó una historia y ella se queda asombrada.
En el segundo capítulo aparece Herbal que se encuentra en un club de alterne. Herbal no hablaba mucho. Manila era una superiora de las chicas que dependiendo de cómo fuera el día las trataba bien o mal. María de Vistaçao había venido nueva de una isla del Atlántico sin papeles. Enfrente del club había un desguace. Herbal y María dormían en la misma habitación pero no se supo si eran pareja.
El club abría al anochecer y cerraba por el día. María de Vistaçao bajó al local a tomarse un zumo, mientras Herbal dibujaba con un lápiz de carpintero. El tío de Herbal tenía que matar a un socio porque no tenía más remedio. El tío de Herbal no pudo matarlo y lo tuvo que hacer Herbal. Después Herbal se acordó del lápiz que llevaba en la oreja. El director de la prisión fue a soltar al pintor. El pintor no sabía nada del guardia Herbal. Herbal sabía que el pintor había tirado piedras a la casa de uno de Hitler.
El pintor había conseguido el lápiz de carpintero que había pasado por diferentes carpinteros. Después estaba haciendo retratos de la gente, les buscaba los defectos y después los comparaba con los personajes del Pórtico de Gloria donde Herbal sólo había ido un par de veces de pequeño. El pintor fue a pintar a los locos del manicomio; cuando iba a salir se dio cuenta que estaba encerrado y no podía salir. Entonces un señor de traje que era el doctor Da Barca le explicó una broma y le acompañó a la salida. Así es como el pintor conoció al doctor.
Herbal le había sido asignado la misión de seguir al doctor Da Barca y escribir todo lo que hacía; después le dio el informe al sargento Landesa y lo estuvieron leyendo. El doctor Da Barca tenía novia, era Marisa Mallo, era la mujer más hermosa del mundo. Herbal era hijo de labradores pobres. En su casa había muy pocas cosas bonitas, la recordaba sin nostalgia llena de humo y moscas; la casa apestaba a estercolero y a gas de carburo. Había dos cosas que recordaba como si fueran tres oros: una su hermana pequeña, Beatriz, una niña de pelo rubio y ojos azules y la otra era la caja de joyas de su madre.
Venían en el coche de pasear al pintor y todos venían bebiendo coñac, pero Herbal no quería y todos se rieron de él. El pintor iba pintando el Pórtico de la Gloria. Herbal entra en el despacho del director y puso el nombre del doctor en el papel de traspasos a la cárcel de Coruña, lo puso porque se lo dijo el pintor. Después fue a ver al sargento Landesa y le pidió el traspaso a A Coruña porque su hermana vivía ahí y su marido le pegaba. Antes de eso le había dicho a Marisa que habían traspasado al doctor a A Coruña.
La noche siguiente, el doctor Da Barca iba en el pelotón de fusilamiento. Herbal le dijo que prefería no hacerlo y esperaron que hubiera oscuridad para disparar. Cuando dispararon todos, Herbal se lo llevó porque la voz del pintor se lo dijo. Al siguiente día también fueron a por el doctor y le preguntaron a Herbal por él, Herbal mintió diciendo que el doctor era otro pero el doctor salió y dijo que era él.En la cárcel de A Coruña había muchos presos. Los presos eran llevados al campo de Rata para ser fusilados. Herbal estaba en una torre de vigilancia y el pintor le dijo que tenía que ir voluntario para fusilar. La noche siguiente también le dijo que dejara que el doctor y Marisa se tocaran.
Entonces Herbal se lo llevó y le pegó un tiro en la boca y lo dejó tirado en la playa medio muerto. Una señora y el doctor Solanas fueron a curarlo. En la prisión se ayudaban a quitarse los piojos y las garrapatas. Cuando el doctor se recuperó le hicieron un consejo de guerra y fue condenado a muerte, pero hubo una campaña internacional para que no lo mataran.
Cuando le hicieron otro juicio, el doctor explicó cómo vivía en la cárcel y también explicó la historia de Dombodan. Al final al doctor le quitaron la pena de muerte y le pusieron cadena perpetua. Los presos se ayudaban unos otros.
Se había hecho una administración dentro de la cárcel y los presos habían mejorado la calidad de vida. Los viejos republicanos eran como un parlamento y los jueces de la paz. El médico del hospital de los presos era el doctor Da Barca, incluso el médico oficial Solanas le hacía caso.
Un día a un inspector de enfermería se le cayó la pistola delante de los presos y Da Barca le dijo que se le había caído. Herbal lo vio porque estaba allí para vigilar a Gengis Khan, un preso peligroso. Cuando el doctor dijo lo de la pistola, Gengis dijo que tenía muchos huevos y partir de ahí se convirtió en una especie de guardaespaldas del doctor.
El doctor Da Barca estuvo unos días deprimido porque habían fusilado a sus mejores amigos Dombodan y Pepe Sánchez Herbal. Tuvo un sueño muy extraño con su tío el carpintero Nan; la muerte le vio cuando iba montado en la bici de su hermana y Herbal, asustado, recurre al lápiz de carpintero y la muerte desapareció. Después se fue a cenar a casa de su hermana y su cuñado que la maltrataba. Cuando acabó la cena el marido de su hermana, Zalo Puga, le dijo que Herbal estaba deseando matarlo, pero que no lo hacía porque no tenía huevos. Entre el penal y la ciudad había unos peñascos, durante las horas de patio se veían mujeres.
Otro día había niños que jugaban a la guerra empuñando un palo como espada. Después los utilizaron como fusiles y cuando les daba se dejaban caer por la colina. Uno se acercó mucho a la cárcel y se quedó mirando a Herbal y el niño le apuntó con el palo como si fuese a dispararle. Entonces Herbal para asustarlo cogió su fusil y le apuntó. El niño salió corriendo. Herbal soltó el arma y notó que le faltaba aire. El Hombre de Hierro había echado al pintor. Después hubo un discurso de un capellán sobre la victoria de Franco. Los presos no estaban de acuerdo y empezaron a toser en señal de protesta. Herbal después denunció al doctor porque el Hombre de Hierro se lo dijo. El doctor fue encarcelado en una celda incomunicada. Herbal fue ascendido a cabo. Herbal a causa del Hombre de Hierro se portaba muy mal con los presos y mucha gente lo odiaba.
A la mañana siguiente, cuando se despertó, Herbal notó que no podía respirar. Fue a la celda del doctor y después salió fuera a tomar aire puro. Cuando respiró notó que el pintor volvía y se sintió mejor. Marisa volvió a La Aracucia. Los perros le esperaban para darle la bienvenida. Benito Mallo, el abuelo de Marisa, se había hecho rico con el contrabando de todo tipo de productos en la frontera. Compró La Aracucia por mucho dinero a una familia de Madrid que sólo iba en verano y en navidad. En La Aracucia había una biblioteca muy valiosa y grande. Benito se empezó a interesar por la poesía. En un banquete recitó muchos versos e incluso recitó uno de su propia cosecha.
Marisa fue a pedir un favor a Benito Mallo. Marisa quería que, como en Navidad iban a dar indultos, le dieran uno a Da Barca para que estuviera con ella. Benito dijo que habría querido matar a ese doctor, por eso el favor que le iba a hacer era quitarse del medio. Pero Benito le dijo que irían a la estación de A Coruña. El reloj de la estación de A Coruña siempre estaba parado, el niño que vendía los periódicos vio cómo venía un vagón y de dentro salían hombres y unos guardias que contaban a los presos. Después llegaron dos señoras, el niño estaba seguro de que le iban a comprar un periódico, pero las señoras se quedaron mirando a los presos y el niño les dijo que era un tren de tuberculosos.
Entonces la señora (Marisa Mallo) fue corriendo, abrazó a un preso (Da Barca); después salió un guardia (Herbal) y detrás un sargento que lo separó. Herbal los volvió a contar, apuntándolos con el lápiz de carpintero. Herbal vio como se abrazaron en la estación hasta que el teniente los separó. Herbal dice que sólo los había visto abrazarse así una vez aparte de ésa. Después Herbal le explicó a María de Vistaçao lo que había pasado en el tren de tuberculosos, y también explicó que ayudó a levantarse al doctor porque el pintor se lo dijo. Herbal siempre miraba las cartas del doctor Da Barca y un día la madre Izarne le vio y le envió al infierno.
Herbal sabía que la madre Izarne también había enviado al infierno al doctor Da Barca. Un día el inspector Arias se llevó al doctor Da Barca. El doctor volvió al cabo de tres días muy delgado y entonces el doctor fue enviado a las islas San Sino (Galicia) y Herbal fue su sombra, otra vez fue con él. El doctor se despidió de todos los presos y se fueron en tren hasta A Coruña haciendo una parada en Madrid. Cuando llegaron a la estación de A Coruña se encontraron con Marisa que lo estaba esperando. Se quedó con ellos hasta que llegaron a Vigo. Después, Da Barca y el sargento García estuvieron hablando y el sargento se acercó a Herbal y le dio dinero del soborno que le había hecho Da Barca para que él y Marisa pudieran pasar una noche juntos. Por la mañana se despidieron de Marisa y cuando iban en la barca el doctor le dijo a Herbal que lo que padecía no era tuberculosis, era del corazón.
Herbal le explicó a María de Vistaçao que el doctor Da Barca y Marisa eran lo mejor que le había pasado en la vida. Después Herbal cogió el lápiz de carpintero y dibujó una cruz en una esquela del doctor Da Barca, Marisa Malo y sus dos hijos. Después, explicó a María que después de volver de las islas fue a A Coruña a visitar a su hermana y que le pegó tres tiros a Zalito Puga y lo metieron en la cárcel donde conoció al hermano de Manila y a Manila y que hasta aquí ha llegado. Después el volvió y dijo que le regalara el lápiz a María y él se lo regaló.
Después se fue a fuera tomar aire y vio que la muerte se le aparecía y no podía hacer nada porque no tenía el lápiz del carpintero.