Bárbara imagina un viaje en el tiempo, llegando a la Prehistoria y, después, a la época del Imperio Romano, donde va descubriendo su forma de vida (calzadas romanas, anfiteatros, domus…)
Me llamo Bárbara y en el colegio me han mandado, bueno en clase de Conocimiento del Medio, hacer una redacción sobre las calzadas romanas. Aparte de los apuntes de la exposición de Torrelavega necesito más información y me meto en Internet y encuentro información, pero no la suficiente.
Estuve mirando libros, muchos libros y al final encontré la solución: iría a el laboratorio del profesor Aloca´o porque buscaba gente para probar su nuevo invento la máquina que echa para atrás, a la Prehistoria.
No tuve que esforzarme mucho por entrar en el equipo, porque nadie se atrevía por si acaso no volvía. El día 23 de marzo era mi día, en el que yo partiría hacia la Prehistoria.
Cuando llegó el 23 me puse manos a la obra e hice la maleta y me fui hacia el laboratorio, me metí en la máquina y nos fuimos hacia nuestro reto: la Prehistoria. Ya allí entramos a una cueva donde había gente. Unos estaban haciendo vasijas, otros armas, otros acababan de traer animales muertos para comer, los niños y las niñas estaban jugando con una especie de pelota hecha de trozos de pieles de animales.
El profesor Aloca´o dijo que si podíamos preguntar que si nos daban los objetos que les sobraban, al principio decían que no pero luego el profesor les convenció.
–¿Quién creíais que llevó todas esas cosas a los museos?
¿Por qué Cantabria es tan rica en cosas de la Prehistoria?
Por nosotros, claro.
De repente el profesor dijo: «Venga, nosotros a lo nuestro, a la época Romana». Cuando llegamos vimos a un grupo de hombres sacando una roca muy grande de la pared, sería para hacer la calzada romana. Todo lo que veía lo iba apuntando en mi cuaderno.
Para tener más detalles de cómo se hacían las calzadas romanas estuvimos mirando cómo lo hacían: Primero quitaban las rocas con muchísimos hombres, porque era una roca enorme, más tarde unos cuantos hombres la pulían y con muchos esfuerzos las partían con la forma y tamaño que les permitían los útiles que tenían. Y por último, otros hombres llevaban las rocas y las ponían como otro hombre, debía ser una especie de arquitecto de su época, les mandaba.
Entramos en el foro, el centro de la ciudad, donde había tiendas, el circo, donde había carreras tiradas por caballos, en el templo y en él vimos la estatua de los dioses más venerados: Juno, Júpiter y Minerva. También entramos, aunque me parece una injusticia, en el anfiteatro, que es donde había peleas y juegos entre los gladiadores.
Haciéndonos pasar por romanos entramos en las termas para ver lo que hacían y, después, entramos en el teatro, que estaban haciendo una obra muy divertida, para los niños. Y, por último, entramos en unas cuantas domus e ínsulas.
El profesor y yo, que ya habíamos hecho nuestro trabajo de coger apuntes, nos marchamos a Santander, ¡ah! y pude hacer bien el trabajo.