Ella es ‘la sensación de vivir’, ‘la chispa de la vida’, la misma que está hecha para los altos, para los bajos, para él, para ella… para todos. Ella es la Coca-Cola, ese mejunje refrescante que lleva paliando la sed de cuatro generaciones de consumidores; y que está de aniversario, ya que el pasado 8 de mayo celebró su 120 cumpleaños.
Todos conocemos la Coca-Cola, la bebida refrescante por excelencia que tiñe de rojo las vallas publicitarias, y la cual es comercializada en más de doscientos países, y su nombre, nadie duda que, forma parte del lenguaje universal. Sus anuncios nos hablaban de que traía con ella ‘la chispa de la vida’. El caso es que algo debe de tener para seguir conservando su ‘esencia’ consumista.
Inesperado el éxito consumista que ha alcanzado la Coca-Cola, si tenemos en cuenta la peculiaridad de sus comienzos.
Atlanta (Georgia) 1896, el farmacéutico John S. Pemberton da con la fórmula de un singular jarabe destinado a aliviar los dolores de cabeza y a apaciguar los nervios de sus pacientes. Dicho mejunje carbonatado estaba compuesto por cocaína, la cual fue exitosamente sustituida por cafeína en 1906 cuando dicho ingrediente fue ilegalizado.
Sin embargo, la esencia de dicho refresco se ha mantenido en perfecto secreto hasta nuestros días. Y cuyo conocimiento es únicamente privilegio de dos personas en todo el mundo.
Tras el uso popular del producto, como elemento no medicinal, llegó su comercialización y, con todo ello, su marketing y publicidad.
Si nos fijamos en la presentación del producto, en lo primero en lo que recaemos es su envase. Ese extraño recipiente de cristal doble, fabricado con la intención de que hasta un ciego pudiese reconocer qué contenía dicha botella, únicamente por el tacto, y con la dificultad de que la botella estuviese rota.
Incluso hoy en día es dicha botella la que decora nuestros museos de arte moderno, o la que ha inspirado la imaginación de artistas como Warhol a hacer de lo cotidiano una obra de arte.
Pero aparte de que su recipiente nos proporcione una forma económica de decoración de nuestros museos, también hemos de tener en cuenta que su publicidad nos lleva acompañando toda la vida. Si echamos la vista atrás y hacemos cuentas, la Coca-Cola ha sabido hacer uso de todo tipo de medios para promocionarse, acomodándose a las nuevas tecnologías.
Pero hemos de reconocer que ha sido en la televisión donde su publicidad ha alcanzado mayor radio de expansión. Debemos recordar que si no fuese por las campañas navideñas de Coca-Cola, nuestro querido Papa Noel no habría teñido su traje de un rojo ‘bruja’, sino que habría continuado con ese mono de color verde campestre que tanto favorecía su figura.
Pero no sólo se ha limitado a teñir de rojo nuestras Navidades. Sólo tenemos que hacer memoria de alguna canción. ¿Quién puede presumir de no haber tarareado alguna de esas rítmicas musiquillas publicitarias? Al igual que son pocos los que pueden decir que no han oído hablar de ella, o que no la han probado.
Ahora y tras 120 años en el mercado, la Coca-Cola se ha convertido en el indiscutible icono del consumo mundial. La Coca-Cola será probablemente el punto de unión consumista entre diferentes culturas. Y cierto es que, sea verdad eso de ‘la chispa de la vida’ o no, siempre Coca-Cola.