El periodista y escritor Miguel del Río refleja en ‘Cioli, el Neptuno de La Magdalena’ el homenaje que toda la ciudad rindió a José Sanz ‘Cioli’ en el día de su 77 cumpleaños.

«Buenos días.
Estarás desbordado ante semejante movilización de ciudadanos que te quieren, te conozcan o no, hallan cruzado contigo alguna palabra en su vida o no, pero se han volcado, como nunca olvidarás, porque sencillamente algo así será ya siempre imborrable para ti y para todos nosotros.

Hoy recibes todo lo que te mereces en forma de respeto y de agradecimiento popular y generoso. No puede ser de otra manera, porque nadie como tú representa en Cantabria la desbordante generosidad de una larga vida de servicio al prójimo. Los demás siempre hemos sido para ti norma sagrada, y única, de convivencia, huyendo como lo has hecho de vanalidades, consumismos y diversiones idiotizantes de una sociedad basada en el dinero, y que tú has engrandecido brazada a brazada, hasta granjearte el calificativo que tanto te gusta y te honra de salvavidas.
Así ha sido siempre y así sigues siendo ahora. Decir Cioli es decir vida. Decir Cioli es decir amistad. Decir Cioli, es decir bondad. Decir Cioli es decir que todo lo que hay dentro y fuera del Neptuno José Sanz Tejera está lleno de humanidad.

Eres para esta tierra y sus gentes parte de su propia idiosincrasia, cuya leyenda salvadora de tantos y tantos rostros tumbados moribundos en la arena, se cuenta lo mismo en Potes, que en Reinosa, San Vicente o Castro Urdiales.

Hoy todos celebramos el cumpleaños del Neptuno de La Magdalena, tu localización fija y más querida, de donde tantas veces has devuelto de las profundidades a los hijos de unos padres que me han pedido que te diga que nunca te han olvidado desde entonces. O qué decir de los abuelos de esos mismos niños que siempre han querido ser clónicos de tu juventud, de tu fortaleza, de tus ganas de respirar, de ayudar en lo que haga falta, siempre desde el silencio, como en la más absoluta clandestinidad submarina.

Me resulta francamente difícil recoger en unas pocas palabras todo este reconocimiento colectivo a tu persona, a tu sencillez, ejemplo como eres para todo y para todos. Sí, lo eres, puedes creerlo, y lo demuestra el hecho de que esta es una tierra que difícilmente se ha postrado nunca ante nada y ante nadie, y contigo, se muestra en deuda permanente y te reverencia como el Rey Neptuno de La Magdalena, contando tu dilatada vida y tus buenas obras como si formaran parte de nuestra historia más reciente.

Ese mismo sentimiento contagioso contienen todos los regalos, todas las llamadas, todas las cartas y visitas, todos los actos de agradecimiento a tu labor, que has vivido durante todos estos días, y que estate seguro de que nunca se acabarán aunque sean menos tumultuosos.
Mañana, cuando haya pasado todo esto que te abruma y hasta te tiene un poco asustado, tú que no sabes lo que es eso, te seguiremos honrando con el solo saludo, o, aunque esté feo, señalándote por la calle indicando a las generaciones más pequeñas que ahí va Cioli, un hombre bueno, un ejemplo para todos.

Y así cumples años, que no voy a decir porque tú no representas ninguna edad, sino tan sólo el nacimiento de uno de los personajes populares más grandes que ha dado esta tierra, cuyo nombre has engrandecido dentro y fuera de nuestras fronteras, gracias a tu heroicidad permanente.

Habiendo podido surcar mares para hacer lo mejor que sabes, hay que agradecerte también que hayas preferido quedarte siempre entre nosotros, sentado de sol a sol en tu faro particular de La Magdalena, viendo, como despiertan los nuevos días para tu amada Santander, y cuidando permanentemente de que ninguno de sus pobladores pierda la vida en tus profundidades marinas, mientras Cioli guarde un poco de ese aliento milagroso que ha devuelto la respiración a no pocos corazones, ganándose también el nuestro, lo que hoy te testimoniamos sumándonos a este feliz cumpleaños, en el deseo de que en el futuro sigas soplando tantas velas como vidas has salvado.

22 de febrero de 1999

Trabajo original