David nos propone un desconcertante viaje al futuro, al año 2070, donde los supervivientes de los desastres de la Tierra deben buscar vida en otros planetas. La capa de ozono, las pruebas nucleares, el desarrollo incontrolado del genoma humano y los virus acabarán con la permanencia del hombre en el planeta Tierra.

Año 2070. Casi todo está destruido. Las pruebas nucleares crearon un extraño virus. El desgaste de la Capa de Ozono ha llegado a unos límites insospechables. La desertización del planeta se ha extendido. Todos estos problemas han llegado hasta aquí, una pequeña ciudad como Santander.

Los edificios se caen a pedazos y hay cadáveres por todas partes. Se oyen disparos y gritos. La ley Marcial se ha puesto en vigor, puesto que nadie quería combatir contra esos humanos controlados por el virus C-732O. Las personas que se contagian son prácticamente inmunes. No se puede estar en ninguna parte que no sea una trinchera Los científicos están preparando una o varias naves para enviarnos a un planeta sin peligros. O por lo menos eso se rumorea.

Yo estoy en una de esas trincheras, con el arme de un soldado muerto. Mi familia (o lo que queda de ella) está conmigo. No sé cuánto aguantaremos. Por mucho que insista a mi madre de que debemos ir a buscar ayuda, ella no quiere moverse de aquí. Esto os parecerá increíble pero ahora la gente vive unos 200 años. La utílización del genoma humano fue espantosa y los científicos hicieron cambiar a todas las personas de una forma u otra (a mí me creció una placa ósea en el cuello). Un momento después un gran estruendo nos asustó. Era un coche. Mi hermana se puso a arreglarlo al instante. A1 cabe de un rato el coche estuvo arreglado. Nos subimos y el automóvil empezó a elevarse tras pulsar el botón rojo.

Introduje las coordenadas y comenzamos el viaje hacia la zona de lanzamiento que está a unos 300 metros por debajo del nivel del negro mar. Este fenómeno sucedió al romperse la tubería submarina principal transportadora de petróleo. En unos minutos estábamos en la lanzadera, dentro de la nave que nos sacaría de allí .Teníamos combustible suficiente para unos 4 años. Aún quedaban 3 planetas posibles de habitar inexplorados. Sólo habían llegado 43 personas y no podíamos esperar más. Así que se inicié la cuenta atrás. Diez, nueve, ocho, siete… cero. El generador se pone en marcha y la nave comienza a elevarse.

Ya ha pasado un año y no hemos llegado a ningún planeta. Han fallecido ocho personas por una enfermedad. Por suerte los científicos que están a bordo crearon un antídoto rápidamente. Por lo demás no ha habido problemas. Al cabo de un rato el interfono-auricular (es un microchip inyectado en el oído medio que sólo puede oir el dueño) sonó en todos los pasajeros. El auricular informó de que nos aproximábamos al primer planeta habitable. Pero una gran decepción se extendió por la nave cuando fuimos informados de que al planeta le envuelve una barrera de polvo estelar inexpugnable. Así que teníamos que ir en busca del segundo planeta.

Medio año después y ya hemos encontrado el nuevo mundo. De momento hemos aterrizado sin problemas y doce personas estamos explorando. El planeta es del tamaño aproximado de lo que era la Luna (gran parte de ésta estalló por el impacto de un meteorito). No hay ninguna estrella por aquí, pero al parecer el planeta tiene temperatura propia y es la misma que la de la Tierra, más o menos. No se puede respirar sin filtros (que son unos parches que se ponen en la boca o la nariz para que el gas que se respira se transforme en oxígeno). Aunque supongo que nos acostumbraremos. No hay señales de vida, Pero algo se mueve. Y muy deprisa. viene hacia nosotros. Cuando está lo suficientemente cerca vemos una especie de monstruo gaseoso. Nadie se podía mover. De repente unas palabras sonaron en mi cabeza. Era telepatía El alienígena me había hablado. Entonces todo se volvió negro para mí. No veía nada. Pero esas palabras seguían repitiéndose una y otra vez dentro de mí. El alien me dijo Os aceptamos .

Unos días después me desperté. Estaba tirado en el suelo. Entonces ví a todos los pasajeros de la nave, estaban con esos seres comunicándose con ellos. Unos minutos más tarde me enteré de que habíamos empezado a convivir con los alienígenas. Los humanos me enseñaron dónde se dormía: eran unos capullos gigantes como los de las orugas. También me dijeron que no hay ni comida ni bebida, que los extraterrestres se encargan de alimentarnos no se sabe cómo pero es cierto. Han pasado dos semanas y la convivencia es buena.

Ya no puedo contaros más. Voy a meter la carta en el sistema transportador. Espero que caiga en buenas manos. Si el que lo lea piensa que es una broma, no es así. Esto es lo que os espera, habitantes de la Tierra.

Trabajo original