Érase una vez en el colegio La Salle de Santander una semana (del 20 al 24 de febrero) llamada VII Semana de la Lectura y de la Música. Nuestra divertida protagonista, o sea yo, buscó algún buen padrino y encontró no uno, sino dos: Hans Christian Andersen y Wolfgang Amadeus Mozart. Del primero aprendió a disfrutar los cuentos que se hicieron su centro y del segundo aprendió la gozada de escuchar música.
Contenta con sus padrinos Hans Christian Andersen y Wolfgang Amadeus Mozart, comenzó a caminar por el sendero de los días repitiendo una y otra vez una frase que hizo su lema: ‘Aplícate el cuento’ y que todos sus amigos acabaron aprendiendo y valorando.
Muy pronto se encontró con los profesores y a través de sus palabras se hizo vida dejando escapar de la página impresa las historias y vidas que por ellas fluyen. Es lo que llamé ‘mi página favorita’. Me pareció un modo original de empezar.
Luego busqué un buen sitio para habitar, y encontré uno que me emocionó: la biblioteca: la moqueta para sentarse a leer con los cojines, la nueva distribución, los libros al alcance de quien quisiera, la prensa, todo decorado con personajes de cuento… Y allí hice mi lugar. Allí conocí a todos los alumnos del colegio que pasaron a leer al menos una hora.
Me impresionó lo bien que lo hicieron. También a los peques. ¡Cómo me reí y cómo lloré viendo los cuentos de mi padrino Andersen hechos con títeres!. Eso sí que fue animar a leer.
También conocí a algunos autores literarios que nos hablaron de su obra, personajes… Y ví preciosas animaciones lectoras. No me perdí ni un concierto y disfruté con la danza.
¡Ah! Y en un paseo me encontré con muchos personajes de cuento convertidos en estatuas vivientes que estaban por los pasillos y escaleras del colegio. Fue muy bonito ver cómo todos los chicos del colegio los miraban y luego votaban las que más les habían gustado.
Luego me inventé un concurso de cuentos y de ortografía que todos hicieron muy bien. Y como me gusta el teatro me fui allí a ver el espectáculo literario musical que habían preparado muchos alumnos de distintas etapas del colegio. ¡Fue precioso!
Y así llegué, llena de cansancio, hasta mi palacio. Era el fin de mi camino (eso fue el viernes), pero había conquistado las tierras previstas (mentes y corazones de niños y adolescentes) que hoy sueño sigan leyendo y disfrutando del mundo de la fantasía y el conocimiento.
Me sentí muy vieja de pronto e intuí que estaba próximo el final. Quise hacer testamento; es éste mismo que lees. No os puedo dejar mucho, sólo la ilusión y la esperanza de haber llegado a vuestro corazón y que queráis vivir lo que os propuse: ‘Aplícate el cuento’. Casi sin fuerzas os deseo que seáis felices y que comáis perdices. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
PD. El año que viene tal vez mi hijita (la VIII Semana de la Lectura y de la Música) me sustituya. Tratadla bien.