La muerte del seguidor de la Real Sociedad, Aitor Zabaleta, debe hacernos reflexionar a todos sobre ciertas acciones violentas, incitadas, y apoyándose en la simple causa de defender unos colores o una ideología.
Lo que podía haber sido un día de disfrute y felicidad para este joven de 28 años, pronto empezó a tornarse de un color lúgubre, al ser éste la víctima de una puñalada en la parte izquierda del pecho, en la zona del corazón, propinada por un seguidor radical del bando opuesto. Momentos después, el joven ingresó en un hospital, en donde, con esperanza, se esperaba la posible, casi milagrosa, recuperación. A las tres de la mañana Aitor Zabaleta fallecía como consecuencia de una hemorragia causada por la terrible apuñalada.
Este suceso, como tantos otros que pertenecen al oscuro pasado de este deporte, ha vuelto a poner el tema de manifiesto. Y dado su importancia se merece una reflexión, que la gente aporte soluciones para este equívoco funcionamiento de la sociedad en la que nos movemos continuamente. Pero no se consigue nada sin la colaboración de todos.
Un ejemplo es el del apoyo que dan las respectivas directivas de los clubes a las peñas y movimientos masivos en grupos, porque sacan gran beneficio de todo ello, y en los que se sabe, mas que de sobra, que fluyen movimientos radicales.
Aparte de esto, también se le une otra gran preocupación, como es la imagen que se está formando sobre los vascos, envueltos en una gran burbuja como es el terrorismo y su gran obsesión de independencia, que enseguida se atribuye a estos ciudadanos. No todos piensan como la idea que se tiene de todos ellos. Y con todo esto se está creando un medio de rechazo hacia el País Vasco. He aquí las consecuencias.
Se cree que el autor de la agresión fue un joven, uno de esos cabeza rapadas, partidario de movimientos nazis, sediento de violencia y de emociones fuertes, con lo que lograría una enorme satisfacción propia, por hacer honor a su forma de pensar y de demostrar valentía maloliente.
Pero se verán más noticias de este tipo en las páginas de nuestros periódicos si no se toman las correspondientes medidas para acabar con estos incidentes innecesarios, que no llevan a ninguna parte, más que para acojonar a la gente y crear situaciones de angustia.