La lucha por la verdad, los derechos humanos y la libertad están en manos de un buen periodista. En qué consiste serlo y las dificultades e impedimentos que se encuentran los periodistas a la hora de ejercer su profesión, sobre todo en los tiempos que corren.

Los accidentes laborales se siguen incrementando y el área del periodismo no se queda exenta. Desgraciadamente, con los acontecimientos que se están viviendo últimamente en el mundo, la guerra de Irak y la reconstrucción del país, el conflicto israelí (aunque es sabido que esto no es nada nuevo), etc., incrementan la dificultad y peligrosidad con que los periodistas trabajan. No hay más que remontarse a las recientes muertes de dos compañeros de la profesión en la guerra iraquí. Se trata de Julio Anguita Parrado, corresponsal del periódico El Mundo, que falleció cuando un misil impactó contra el centro de operaciones tácticas de la 2ª Brigada americana, en el sur de Bagdad, donde el se había quedado al no portar un chaleco antibalas adecuado.

El otro es Julio Couso, cámara de la cadena de televisión Telecinco, que murió en la sala de operaciones al ser intervenido quirúrgicamente por las heridas que le había producido el impacto de un obús mientras grababa desde el balcón de la habitación en la que se alojaba en el hotel Palestina. Éste procedía de un tanque americano que disparó a la planta superior en la que el cámara se encontraba.

No sólo esto, sino que el año pasado, durante el ataque estadounidense a Afganistán, también fue asesinado otro redactor de El Mundo, Julio Fuentes, cuyo convoy fue atacado por unos salteadores.

Mucho se ha comentado a raíz de estas muertes, sobre todo de la de José Couso, porque el modo en el que se produjo el ataque hace levantar muchas sospechas acerca de la verdadera existencia de un francotirador o no en el hotel, además de que era sobradamente sabido que el hotel Palestina servía de alojamiento exclusivamente a profesionales del periodismo. Es por ello que la cosa no ha quedado totalmente clara y se ha pedido una aclaración al gobierno de los Estados Unidos, además de una denuncia formal del Ejecutivo español. Sin embargo, no parece haber mucha iniciativa a la hora de esclarecer el asunto y las explicaciones que se dan es que los periodistas sabían a lo que se atenían al encontrarse allí y que ya habían sido advertidos del peligro al que estaban expuestos, por lo que la decisión de permanecer en Bagdad, aún a expensas de haber sido advertidos, corría a cuenta suya.

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) nombró hace poco, conmemorando el Día Mundial de la Libertad de Prensa, los lugares cuyos peligros y restricciones representan toda la gama de las amenazas actuales a la libertad de prensa. Curiosamente es Cisjordania el primer lugar que encabeza la lista, donde el gobierno del primer ministro israelí Ariel Sharon recurre al empleo excesivo de la fuerza para evitar que los periodistas cubran su reciente incursión militar. Después se encuentran Colombia, con violentas represalias contra la prensa por parte de todas las facciones del conflicto civil. Luego le siguen Afganistán, Eritrea, Belarús, Birmania, Zimbabwe, Irán, Kirguistán y Cuba.

Sin embargo, en muchos de estos lugares los periodistas aún consiguen dar a conocer las noticias, incluso en circunstancias extremamente difíciles y con un elevado riesgo para la integridad personal.

Y es que el verdadero periodista debe sentirse responsable ante la permanente lucha del hombre por asegurar el ejercicio de la libertad y de los derechos humanos. La información es la herramienta fundamental de la que dispone para favorecer el desarrollo humano y la convivencia democrática.

La esencia de esta profesión, su mayor dignidad y también su rostro creativo o, al menos, convencional, se encuentra reflejada en la primera frase del primer artículo del Código de Ética: «Los periodistas están al servicio de la verdad, los principios democráticos y los derechos humanos.»

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