El relato de Patricia ‘Un mundo llamado libertad’ obtuvo el primer premio, en la categoría de Secundaria, en el Concurso de Relatos celebrado en el instituto AG Linares con motivo de la conmemoración del Día del Libro.
Amais se tumbó en la hierba. Falinquer estaba a su lado, leyendo un libro. Amais miró el cielo; veía cómo las nubes se desplazaban suaves, con un movimiento ritmico, sin risa.
¿A dónde irán?- pensó Amais.
¿A dónde irán las nubes?– murmuró.
Falinquer la miró, dejó el libro sobre la hierba. Ya sé donde van; escucha, ¿Queréis saber vosotros que me escucháis, a dónde van las nubes?
Hay un país, no muy lejos de aquí, donde el cielo y el mar todas las noches se juntan para hacer el amor, mientras el viento canta a coro con las olas para dormir al sol; un país que sólo los hombres de gran corazón habitan en él. Es una tierra que no tiene muchos habitantes. Los que allí habitan nunca tienen prisa, siempre van despacio, no conocen el ir deprisa; no conocen el ir deprisa a ninguna parte, al contrario, van disfrutando de todo lo que encuentran a su paso.
Allí jamás se escucha que han matado a un hombre por la espalda o que ha explotado un coche bomba; no existe grupos terroristas, capaces de enjuiciar a un hombre y de decidir si debe morir; no hay hombres que escriban la palabra libertad con sangre y la firmen con cobardía En esa tierra las personas son libres de elegir su ideología y su religión.
En un lugar donde no hay sustancias que matan, no saben lo que es la droga, la gente disfruta de la vida y de la gran cantidad de diversión que les ofrece, sin necesidad de ayudas químicas que hacen que quien inicie ese camino comience la carrera social hacia la nada.
No existen los emigrantes o extranjeros, pues quien llega allí tiene una oportunidad de trabajar, de no pasar hambre; nunca preguntan a nadie de dónde es, a dónde va. Solamente le reciben sin mirar su color de piel, ni el idioma en el que se habla en su país. Nadie es diferente; al contrario, todos se ayudan para que todos, todos, puedan llevar una vida digna, derecho fundamental de todo hombre.
No hay maltrato, no hay odio, viven en paz, se visten de amistad, no tienen constitución, ni crean leyes que luego no se van a llevar a cabo. Allí los hombres son libres, totalmente libres .
-Falinquer, ¿Pero que estas diciendo? Eso no existe
–Sí Amais, existe. Yo lo he visto. Verás, allí la gente disfruta de lo que la vida les va dando
Escucha …
Cuando la noche empieza a pintar el cielo de color azul oscuro, para que las estrellas puedan despertar y lucir los mejores vestidos ante los luceros, andando la luna coqueta con todos sus enamorados, estas gentes lo ven, lo sienten y lo admiran disfrutando de esa gran obra que la vida les da sin cobrarles nada a cambio.
Amais, esa gente vive, existe y nosotros nos hemos cruzado con ellos en la calle, en el Super, en el autobús e inclusive es fácil reconocerlos. Porque cuando sonríen lo hacen con los ojos, con el corazón; cuando acarician, no miran a quién solo acarician.
SI, Amais, ellos viven en un país donde el cielo y el mar hacen el amor, donde la montaña y el sol juegan, donde las estrellas viven con los luceros, ese país existe .
-¿Cómo se llama ese país Falinquer ?
-Se llama libertad, se llama libertad Amais .
Falinquer cogió de nuevo el libro y leyó. Las cubiertas volaban y era difícil lograr un buen ensayo con aquel viento.
-Sabéis, quizá el viento……….
Y tú que me has escuchado ¿Conoces el país de la LIBERTAD?