Ariadna es la hija del rey Minos y Pasifae de Creta. Su padre tenía en un laberinto al minotauro, al que alimentaban con atenienses cada nueve años.  Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, se ofrece a matarlo. Ariadna vio a Teseo y se enamoró de él, por lo que decidió ayudarlo con la condición de que se casara con ella y se la llevara lejos de su padre. Este texto ofrece un final feliz para Teseo y Ariadna.

Después de salir victorioso del laberinto, Teseo agradece su colaboración a Ariadna:

Ariadna, sin tu ayuda no hubiera salido del laberinto; para agradecértelo, te llevaré conmigo.
Gracias, Teseo, dijo Ariadna muy contenta.

Nada más tener esta conversación, Ariadna cogió sus cosas y las llevó al barco de Teseo. De vuelta a casa, Teseo y Ariadna tuvieron numerosos problemas pero enseguida supieron salir airosos, gracias al ingenio de Ariadna y a la fuerza de Teseo. Éste quería hacer el viaje de regreso en poco tiempo pero, por los problemas que tuvieron durante el viaje, pararon a descansar dos días en una isla.

Bueno Ariadna, creo que debemos quedarnos en esta isla uno o dos días, afirmó Teseo con desgana. Ariadna, toda contenta, ya que allí no les iba a molestar nadie ni nada, dijo:
No hay problema Teseo, si quieres nos quedamos más días, podemos inspeccionar todo la isla, hacernos una casa…

Pero a Teseo todo aquello le parecía muy precipitado, ya que él quería volver a su casa y sobre todo, vivir allí, pero si eso hacía feliz a Ariadna, algo tendría que hacer para contentarla… ¡ya, sé!, pensó Teseo y dijo:

Ariadna, no nos podemos quedar aquí muchos días, ya que mi padre me espera, pero si quieres, cuando vivamos en Atenas, nos vendremos aquí de vacaciones, y nos haremos una casa...
Vale, pero con una condición, que vengamos tú y yo solos, dijo Ariadna ilusionada.
Eso está bien, dijo Teseo (aunque él sabía que irían con más gente).

La estancia se les pasó enseguida, pero la sorpresa se la llevó Ariadna al despertarse por la mañana y no ver a Teseo ni tampoco su barco. Ésta, enfurecida y triste, se decía:

– Ya lo sabía yo, Teseo no me quería, y encima para desgracia, me deja tirada en una isla, cuando le pille…. si es que le veo otra vez, se va a dar cuenta de quién soy yo…

Pero, poco más tarde, se veía venir por el mar al barco de Teseo, y claro, él venía dentro. Enseguida Ariadna fue donde Teseo para decirle un par de cosas, pero éste la freno diciendo que tenia una sorpresa para ella. Le dijo que entrara al barco con los ojos cerrados. Al abrirlos, encontró un delicioso desayuno y, acto seguido, ella dijo:

Gracias Teseo por todo esto, ya pensaba yo otra cosa de tí.
Tras el desayuno y después de estar conversando largo tiempo Ariadna le pregunto a Teseo por qué llevaba las velas del barco negras, si no sería mejor otro color un poco más llamativo y animado, como un verde, un rojo o un blanco…

¡Ah! Es verdad, casi se me olvida, debo cambiar la vela negra por la blanca, en señal de victoria; menos mal que me lo has dicho, si llego a llevar lo vela negra, mi padre y mi pueblo me tomaría por muerto y por desgraciado.
No creo que fuera para tanto… , dijo Ariadna sorprendida.
Sí, sí lo es, replicó Teseo.

Una vez rumbo a Atenas, tras medio día de navegación, llegaron y Egeo, padre de Teseo, dio al pueblo la señal de victoria de su hijo frente al Minotauro:

¡Mi hijo ha vencido, es todo un héroe!

El pueblo, al oírlo, recibió a Teseo con gran alegría, pero se sorprendieron de la joven y guapa muchacha que le acompañaba. Algunos, sintieron cierta envidia. Teseo, nada más descender del barco, recibíó los aplausos y agradecimientos del pueblo, pero aquel enseguida dijo:

Yo no hubiera salido del laberinto sin la ayuda de esta joven llamada Ariadna, así que ella también debe recibir parte de la gloria.

Mientras tanto, Ariadna pensaba que no había hecho falta que Teseo hubiera dicho eso delante de todo el mundo porque ahora la estarían atosigando… A pesar de todo, asumió con agrado su nueva popularidad. Tras el recibimiento, Teseo y Ariadna se dirigieron a su padre y éste dijo:

Gracias Teseo, y también a ti Ariadna, por habernos librado al pueblo de Atenas de tan macabro tributo.
No ha sido nada, no hemos tenido que hacer muchos esfuerzos, dijo Teseo (mientras tanto, éste y Ariadna recordaron todos sus momentos malos).

Más tarde, después de estar hablando largo rato de sus aventuras, Teseo pidió permiso a su padre para casarse con Ariadna. Egeo se lo pensó mucho, ya que Ariadna no era de su reino y, encima, era hija de Minos, pero finalmente se lo concedió, puesto que de esa manera Teseo y Ariadna serían felices y también porque gracias a Ariadna, Teseo había salido victorioso.

Enseguida la pareja comunica la decisión al pueblo, y claro, toda la gente se puso muy contenta. Finalmente se casan y son coronados los próximos reyes de Atenas, siempre y cuando éstos sirvan a su pueblo.

Después de un tiempo Teseo y Ariadna tuvieron hijos, próximos príncipes de Atenas, y Teseo, como regalo para Ariadna, cumplió la promesa de hacerse una casa en la isla en la que estuvieron ellos dos un tiempo, y como pensó Teseo ese día no irían ellos dos solos a la isla.

 

Trabajo original