Ayer, en silencio, se abrió la rosa;
expandiendo sus pétalos blancos
saturados de frescor y de fragancia.

Se abrió la rosa;
inundando de alegría el parterre
y la escalera, triste y vieja,
del portal de la calle estrecha.

Frágil y caduca
sobre su tallo alzada permanece
mientras, de uno de sus pétalos
rodando una lágrima se desliza y cae.

Ayer, en silencio, se abrió la rosa,
su final postrero llorando aguarda;
ayer, de la rosa, despertó el alma;
y sólo la rosa sabe que morirá mañana.

 

                                                                                                                                 Hasta ti  (Para Aida Díaz Velar)
 

Qué cerca queda
el lejano día
 en que yo preguntaba
y tú afirmaste

Que gratos recuerdos
se agolpan en mi mente
desde entonces

Y el mar y el sol, testigos, saben
que el amor crece y se multiplica
y llena el corazón y el alma
y me lleva, irremediablemente,
hasta ti.

 

Trabajo original