Visitamos la torre de control del Aeropuerto de Parayas acompañados de nuestros profesores Eduardo y José Javier. La iniciativa surgió de la invitación de Ramón Sainz de la Maza, jefe de la torre de control. Nos invitó a acompañarle durante dos horas en su trabajo. El momento elegido fue la tarde de un jueves. Quizás no es el momento de la semana con más tráfico aéreo pero así todo pudimos hacernos una idea de la importancia del trabajo de un controlador aéreo y del volumen de tráfico aéreo de Parayas.

Tal y como nos comentaba Ramón los viernes es uno de los días que más tráfico aéreo hay, pero los sábados también tienen mucho trabajo, pues en Cantabria hay gran afición por la aviación y no son pocos los que aprovechan el fin de semana para pasear en avioneta. De igual modo, dado el carácter estacional de nuestro turismo, la estación estival es el momento del año que más pasajeros registra nuestro aeropuerto, en vuelos comerciales y en vuelos privados.

Una de las cosas que más nos llamó la atención fue la cantidad de «aparatos» que hay en la torre, y en concreto los radares. En ellos se puede ver todos los aviones que sobrevuelan el espacio aéreo de Cantabria, si bien se puede filtrar graduando la altitud desde los que vuelan más bajo hasta los que llevan más altura. Además del radar, nos explicaron que la torre de control era como una pequeña estación metereológica. En ella hay barómetros, anemómetros y termómetros para saber las condiciones más adecuadas de despegue y aterrizaje e informar a los pilotas a medida que se acercan a pista. Por lo general son pocos los vuelos que tienen que ser desviados por condiciones adversas, más bien al contrario, nos indicaba que en invierno son varios los vuelos de la compañía Ryanair que operan en Valladolid, desvían sus vuelos de Villanubla a Parayas.

Pudimos comprobar que para que se produjera un correcto tráfico aéreo lo que prima son las condiciones de visibilidad. Por ello los controladores utilizan prismáticos y cristales especiales que mejoran su visibilidad; sin embargo hay ocasiones en las que nada se puede hacer. Así, el peor enemigo del controlador aéreo es la niebla, que no permite la visibilidad sin ningún tipo de solución.

A lo largo de la visita tuvimos la fortuna de ver varios aterrizajes y despegues de las dos compañías que operan en nuestro aeropuerto. Así, descubrimos cómo el piloto debe pedir un permiso de aterrizaje mediante una transmisión que el aeropuerto debe devolver rechazando o aceptando la petición, cumpliendo así con un riguroso protocolo. Pese a todo pudimos observar que las relaciones entre pilotos y controladores no tienen por que ser del todo serias y que al igual que en otras profesiones, existe un buen ambiente, se gastan alguna broma e incluso tienen buenos detalles. Así cuándo el tiempo lo permite, los pilotos suelen pedir permiso para poder salir por la bahía, de modo que los pasajeros puedan contemplar el paisaje de nuestra ciudad cuando van girando en el aire.

Del mismo modo comprobamos la importancia de los idiomas, al ser el inglés el idioma internacional y por ser de habla inglesa una de las compañías que operan en nuestro aeropuerto.

Uno de los enigmas que teníamos al iniciar es qué había que hacer para ser controlador aéreo. Pues bien, de entrada cualquiera puede llegar a ser controlador de un aeropuerto. Hay que realizar estudios universitarios superiores, tener un buen nivel de inglés, en especial hablado, y superar una oposición. Por lo tanto no es más difícil que otras profesiones.

Desde aquí queremos agradecer al Aeropuerto de Parayas y en especial a Ramón por su tiempo y su atención en todo momento durante la visita.

 
Trabajo original