La magosta es una fiesta popular muy arraigada en Cantabria que tiene a las castañas como protagonistas. En el CP Menéndez Pelayo de Santander han organizado una serie de actos para celebrarlo y nos lo cuentan de una forma muy original.   

Érase una vez una niña llamada Cristina, tenía cinco años e iba al colegio Menéndez Pelayo de Santander.

Estaba muy contenta porque en su colegio iban a celebrar la fiesta de la magosta y a ella la gustan muchísimo las castañas asadas.

Al día siguiente, la profesora Ana les hizo cololear dibujos de castañas, pero Cristina estaba pensando en el día de la magosta y Ana le dijo que prestara atención.

Cuando fueron al recreo, Cristina seguía pensando en el día de la magosta. Sus compañeros de clase le dijeron que jugara con ellos. De repente empezó a oler a castañas asadas. Ella se puso contenta y se fue donde Ana a decirle que dónde tenía las castañas. Le contestó que el olor venía de la casa de al lado del colegio.

Cristina se quedó muy triste y empezó a llorar. Sus amigos la intentaron consolar. Lucía dijo: «no llores Cristina, no pasa nada». Y Daniel añadió: «tranquila, mañana es el día de la magosta».

Cristina dejó de llorar y empezó a jugar con sus amigos. Justo en ese momento tocó el timbre del fin del recreo. Se fueron a clase. A ellos les tocaba plástica y Ana les dio unos dibujos de castañas. Ella se puso muy contenta. Todos lo colorearon muy bien. Tocó el timbre y todos salieron rapidísimo. Sus mamás les estaban esperando.

Por fin llegó el día de la magosta. Ella fue al colegio muy contenta. Al llegar allí olía mucho a castañas asadas. Cristina se fue corriendo a la fila.

Entraron a clase y Ana les mandó sentarse en la alfombra. Ana les dijo que iban al patio a comer castañas.

Cristina estaba muy ilusionada porque era el gran día de la magosta. Cuando bajaron Cristina vio que había muchas castañas.

Todos los niños las comieron y les gustaron ¡muchísimo! 

 

Trabajo original