Como podemos comprobar, últimamente se están dando varias formas de actuar inusuales. Éstas las están realizando principalmente, alumnos tanto de colegios como de universidades (gente ya mayor de edad). Sí, me refiero tanto a la masacre ocurrida en la ciudad de Virginia (EEUU) llevada a cabo por un joven surcoreano de veintitrés años que clamaba contra los «niños ricos», «la decadencia» y los «embusteros charlatanes» como al suicidio de un niño de once años en Londres tras denunciar ‘bullying’ del chofer del autobús escolar.
Con esto me refiero a cómo es posible que la gente no tenga conciencia del daño que le está haciendo a una persona. Debemos aprender que no sólo se puede hacer daño a una persona a base de golpes, sino que también la puedes dañar a base de insultos o bromas pesadas. Por suerte para nosotros, no hay casos similares a estos en nuestro país, pero lo razonable y lo normal sería que no hubiese personas en el mundo capaces de causar un daño psicológico tan grande a una persona como para que pueda llegar a tal extremo.
Es muy grave que maltraten, tanto verbalmente con insultos como físicamente con bromas pesadas, a un niño de once años sus compañeros de clase, pero lo que aún es más grave es que una persona adulta como es el conductor del autobús escolar sea quien inicie esta serie de maltratos. Y ello puesto que los adultos no sólo deben esforzarse en proteger a los menores, sino garantizar que haya un ambiente favorable para que desarrollen su vida y garantizar una educación que forme personas.
Otro tema es lo sucedido en Virginia con el alumno surcoreano que se cansó ya de aguantar a los «niños ricos», «la decadencia» y los «embusteros charlatanes». Estas fueron las causas que le llevaron a escribir una nota que finalizaba con la frase: «Me obligasteis a hacerlo». Una persona que se encuentra en una universidad, tiene veintitrés años, es un inmigrante legal y reside en el campus universitario, supuestamente es un joven como otro cualquiera que quiere finalizar su carrera y proseguir con su futuro… Pero si luego hablas de las influencias que le rodean, que por los actos que ha llegado a realizar no deberían ser muy buenas, pues ya pasamos a hablar de una persona que con toda la fuerza de voluntad que tenía para soportar bromas y demás, se ha venido abajo y su paciencia ha llegado a tal límite que se ha querido vengar de todas las personas que le han influido para mal y de él mismo por no haberles parado los pies antes y así evitar que su cabeza hubiese tenido el pensamiento de quitarles la vida, lo cual conllevó a que les quitase la vida a treinta y dos personas y se la quitase a sí mismo.
Como podéis comprobar en ambos caso la persona influenciada ha acabado quitándose la vida. En el caso del estudiante surcoreano de veintitrés años, primero decidió vengarse comprando una pistola y matando a treinta y dos personas y después quitándose la vida a sí mismo. En el segundo caso, no me cabe duda de que si el niño de once años pudiese haber hecho algo para que tanto sus compañeros de clase como el conductor del autobús escolar, en especial, sufriesen lo mismo que él sufrió hasta quitarse la vida, lo hubiera hecho.
En mi opinión todo el mundo es igual, nadie está por encima de otro. Por lo tanto, todos merecemos el mismo respeto. Con esto quiero decir que deseo y espero que no se vuelvan a oír noticias de catástrofes causadas por culpa de personas ajenas a la persona que las realiza.