Historias de amistad y de aventuras, de peces, brujas y duendes. Dos alumnas del CP Mata Linares de San Vicente de la Barquera nos envían sus cuentos y dibujos.
AVENTURAS DE DOS PECES
Érase una vez un pez payaso que era muy alegre. Se llamaba Andrés pero como era muy alegre le llamaban ‘Andrés el alegre’. Andrés tenía un amigo que se llamaba Juan, era un pez raya, y siempre estaban juntos de aventuras.
Un día compraron una bolsa de patatas fritas, y cuando quedaba una la querían los dos. Estuvieron ocho días sin hablarse ni verse.
A los diez días se encontraron los dos por el camino de casa de Andrés, se dieron un abrazo e hicieron las paces.
Después de un año de aventuras, vino un huracán al mar y tuvieron que irse a otro país en el metro del mar.
Cuando llegaron, cogieron las maletas y se fueron a sus casas. Sacaron las maletas y cuando abrió Andrés la suya vio que no estaba su ropa. Habían cogido la maleta del pez de su derecha cuando iban en el metro. Tuvieron que volver al metro y no encontraban la maleta, no se acordaban en que vagón se habían sentado; entraron en todos, y en un rincón vieron una maleta, se acercan la cogieron y ¡menos mal que era la suya!.
Cuando llegaron a casa lo colocaron todo y tuvieron muchas, muchas……………….. aventuras. Y se lo pasaron muy bien en la ciudad nueva.
Ángela Vélez Collado
LAS BRUJAS Y EL DUENDECILLO
Había una vez tres brujas llamadas Remigia y Rogelia que eran malísimas y la otra ( Nicanora ) en su interior tenía buen corazón. Un día haciendo trastadas, como hacían habitualmente, se encontraron a un duendecillo muy triste que estaba llorando y las dos brujas malas comenzaron a reírse descaradamente de él.
– Jajaja, jajaja, pero ¿por qué lloras, so bobalicón? ¡jajaja!
– ¡Basta! ¡Dejad de reíros ya! ¿Acaso no os da pena?
– Pues no, la verdad- dijeron las dos a la vez con su descaro.
– ¿Pues sabes qué te digo?- la dijo Rogelia con desprecio- quédate con tu amiguito el bobalicón.
– ¡Eso!- contestó Remigia con remango.
Y a continuación, dicho y hecho, se fueron ¡fiuuu…!
Nicanora se acercó con timidez y buenas intenciones.
– ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan triste?- le pregunta al duendecillo.
– Es que es una historia muy triste, si quieres te la cuento.
– Espera, tengo una idea. Yo ahora me tengo que ir para que mis hermanas no se enfaden, pero mañana podemos quedar a esta hora en el gran lago del bosque.
– Vale, allí estaré encantado.
– Si quieres te llevo hasta tu casa.
– Vale, está a dos manzanas de aquí.
Y ¡plum! Desaparecieron en el aire.
Nicanora dejó a su amigo y se fue a reunir con sus hermanas que la estaban esperando. Llegó la noche y se fueron a dormir pero Nicanora no podía coger el sueño pues su cabeza no paraba de dar vueltas pensando qué historia tendría el duendecillo al final zzZZZzz… Nicanora cogió el sueño.
Por fin llegó la tarde. Nicanora no podía contener sus nervios y acudió a su cita.
Y allí estaba el duendecillo sin poder contener sus lágrimas.
– Cálmate, cálmate- le dijo Nicanora- tranquilo, relájate un poco y cuéntame tu historia.
El duendecillo, gimoteando, comenzó a contar…
Es que, verás, yo tenía una familia, mi papá, mi mamá, y una hermanita preciosa. Vivíamos en una casita de madera rodeada de árboles. Un día mi mamá se encontraba cocinando y mi hermanita con sus juegos de niña inocente se acercó demasiado al fuego y su vestidito se prendió. Fue todo tan rápido que todavía me produce escalofríos recordarlo. Mi mamá intentó protegerla con su cuerpo pero se produjo una gran bocanada de fuego e hizo que ardiera todo. Mi papá se encontraba en el salón y fue tarde para él. No pudo hacer nada, fue demasiado tarde.
Yo estaba en el jardín jugando. Cuando me di cuenta salí corriendo como loco para intentar salvarlos, pero tuve la mala suerte de que me cayó encima una viga de madera y perdí el conocimiento.
Unos cazadores que pasaban por allí me rescataron. Yo, a veces, pienso que ojalá me hubiera quedado allí con mi familia.
– Nicanora estaba impactada y por sus ojos resbalaban continuamente lágrimas. No te preocupes de nada, te prometo que vas a tener una familia.
Nicanora se reunió con sus hermanas y las convenció para adoptar al duendecillo. Las tres hermanas se fueron en busca del búho sabio del bosque para que hiciera un experimento con un poco de poder de cada una. La mezcla se la darían al duendecillo para conseguir que fuera como elllas. Y así lo hizo, en 2 horas y media el duendecillo era un ‘brujo’ y al duendecillo no le volvieron a resbalar lágrimas por sus mejillas y la bruja Rogelia y Remigia no volvieron a ser tan malvadas nunca y todos vivieron felices por siempre jamás.
Yovanna Ruiz