¿Quién se atreve a viajar a Londres? Esta fue la pregunta que hizo una profesora a sus alumnos en el Colegio Virgen de Valvanuz. María Teresa, una de las estudiantes que aceptó el reto, nos cuenta cómo transcurrió su estancia en la capital británica y todas las actividades en las que participó.

A mediados del curso mi profesora de inglés hizo una pregunta un tanto descabellada a toda la clase: ¿Quién se atreve a viajar a Londres? Todos nos quedamos sorprendidos.
Yo pensé que era una buena oportunidad para aprender inglés, así que, sin esperar a que se apuntara nadie, decidí hacerlo yo. Tendría que esperar unos cuantos meses para ir allí, pero el tiempo se pasó muy deprisa.

Por fin se acercó la hora; un día antes empecé a hacer la maleta y pronto me fui a la cama porque a las seis debería estar en la parada para coger el autobús. Allí estaban todos los compañeros del colegio, más unos compañeros de Torrelavega; más tarde se incorporarían otros de Ceceñas.

Llegamos a Bilbao y cogimos el avión y en un periquete nos plantamos en Inglaterra, un nuevo país para nosotros. El aeropuerto de allí era gigante. Al salir de él fuimos a un colegio donde nos encontraríamos con la compañera que iba a servirnos de profesora de inglés durante una semana. Allí estaba. Era una chica alta, rubia y muy simpática; nos presentamos y al cabo de un rato nos fuimos para su casa. Allí me presentó a su madre, Carmen, que fue un encanto de mujer, por la que sentí un gran aprecio, y a sus tres hermanos que fueron también conmigo muy simpáticos; con quien me entendí mejor fue con la hermana pequeña, ya que le pintaba dibujos y se ponía muy contenta.
Más tarde vino su padre, que era abogado; éste era un poco más seco conmigo pero también me trató bastante bien.

Ese día no salimos, ya que allí se cena muy pronto y casi no dio tiempo a nada; cenamos todos juntos y me fui a la cama porque había que levantarse a las seis de la mañana todos los días para coger el metro y seguido el tren para ir al colegio. Allí nos esperaban los monitores para ir a visitar Londres mientras que nuestra chica inglesa daba sus clases; y claro, acostumbrada a levantarme a las ocho, acababa rendida.

Durante la semana visitamos London Eyes, Buckingham Palace, Planet Hollywood, Bing Beng, Harrods, varios museos y muchas cosas más. Pero lo más gracioso de todo el viaje fue que al ir de visita en visita, cuando cogíamos el metro, un amigo, Alejandro, era el que nos indicaba en donde nos teníamos que bajar, era como un guía, hasta los monitores que llevábamos se fiaban de él porque era el que mejor se sabía el mapa de Londres.
A la hora de comer, yo era la única que comía bien, ya que había llevado de España embutido y en la casa que yo estaba me compraban pan normal, como el de aquí; los demás llevaban preparados unos bocadillos con pan de molde y lo que había dentro era algo muy extraño. Yo me sentí bien en la casa, pero nunca he echado tanto de menos a mis padres y a todo lo de aquí.

Los días se fueron pasando….. Llegó el último día y no se quería ir nadie, excepto yo, que estaba deseando pisar España otra vez. Nos despedimos de la familia, lo cual me dio mucha pena porque me trataron súper bien, en especial la madre porque, como ya dije, hacía todo lo que podía por mi, incluso estudiaba español para hablar conmigo. Cogimos el autobús para ir al aeropuerto y cuando llegamos tuvimos que esperar mucho tiempo para embarcar; nos subimos en el avión y llegamos a Bilbao, donde nos estaba esperando nuestro autobús para llevarnos a casa.

Nos despedimos de los compañeros y nos fuimos a descansar ya que al día siguiente nos tocaría hacer a nosotros de profesores de español.

 

Trabajo original