El hidrógeno como la fuente de energía del futuro es la nueva apuesta. ¿La causa? Hará funcionar coches, fábricas y hasta casas con un impacto medioambiental nulo.
Estamos a punto de inaugurar una época en la que devoraremos los residuos de la combustión. Este milenio moverá sus engranajes con un motor totalmente nuevo, que no emitirá humos grisáceos, sino agua pura y cristalina.
Estos augurios idílicos tenemos que agradecérselos al hidrógeno, cuya combustión no genera sustancias dañinas para el medio ambiente.
El hidrógeno es el elemento más simple que se encuentra en la naturaleza (está formado por un protón y un electrón) y se obtiene de distintas fuentes: del agua, de los desechos sólidos, de los residuos de la producción de papel y de muchas otras aguas residuales que contienes compuestos hidrogenados. Las nuevas tecnologías permiten ahora este fabuloso gas de las moléculas de agua (electrolisis) a un reducido coste.
Sus aplicaciones son innumerables y ya se ha utilizado con éxito como carburante para la nave espacial estadounidense Space Shuttle (los astronautas bebían el agua que producía el combustible) y para los cohetes que ponen en órbita satélites y sondas espaciales. Además de generar una gran energía, se trata de un carburante ligero, de ahí su enorme utilidad para la aviación.
Sin embargo, no sólo podrá emplearse en el aire: también en tierra firme los coches podrán matricularse como «H» y desplazarse por medio del hidrógeno. De hecho, en la actualidad la mayoría de los fabricantes de automóviles están experimentando con el hidrógeno como fuente de energía. Los coches no contaminarán y los carburantes costarán mucho menos.
De esta forma también se podrá resolver el agotamiento de los combustibles fósiles, uno de los grandes problemas del momento. Se calcula que las actuales reservas petroleras se habrán consumido dentro de 30 años aproximadamente.
Las primeras aplicaciones del hidrógeno no se refieren únicamente a los automóviles, sino también a los dispositivos necesarios para el funcionamiento de las fábricas, a los sistemas de iluminación, de calentamiento y acumulación de energía eléctrica. Su trasporte a larga distancia tampoco supondrá un problema, ya que podrán emplearse tuberías similares a las que actualmente sirven para conducir el metano y el petróleo.
La combustión del hidrógeno se produce dentro de un dispositivo denominado pila de combustible. En su interior la energía liberada se transformará en energía eléctrica. Estamos pues a punto se inaugurar una nueva época, la del hidrógeno.