La niñera de la casa de los Gresly se llamaba Marta, una pobre y joven muchacha. Los Gresly eran los más ricos del pueblo de Janabás y Marta era la única que había conseguido trabajo en esa casa.
A ella no le hacía mucha gracia trabajar en esa casa, pero había que reconocerlo, era la que mejor sueldo ofrecía.
Marta llevaba trabajando allí dos años y tres meses aproximadamente, y todo el mundo tenía envidia de Marta. Los Gresly tenían ocho hijos y Marta tenía que lavar, planchar, cocinar, limpiar la casa, a los gatos, a los perros, dar de comer a las gallinas y limpiar todo el parque de atracciones. No os he dicho que tenían seis gatos, ocho perros, veinte gallinas y un parque de atracciones grandísimo.
Los padres de Marta murieron en un accidente de tráfico, se chocaron con un camión, desde entonces Marta vive sola y triste. Sólo vive del sueldo que le dan los Gresly. Sus hijas son mentirosas, desordenadas y muy malas.
Un día Marta estaba barriendo, cuando llamaron a la puerta:
– Hola buenos días- dice el cartero.
– Hola, ¿hay pertenencias para los señores?
– Si y también una para ti.
– ¿Para mi?
– Si, para ti.
Marta llevó las cartas a los Gresly y ella fue a su cuarto a leer su pertenencia. La carta decía:
Querida Marta:
Marta, hace mucho tiempo tus tíos Eli y Luis te dejaron como herencia una casa y dinero. Pídele dos horas a tus jefes y dirígete a un juzgado para reclamar tu herencia.
Tus padres.
Marta fue rápido a buscar la herencia y los señores Gresly no querían que fuera feliz. Entonces en los juzgados se pelearon, pero Marta ganó el caso.