Cadavieca (que, por cierto, era bruja) estaba cogiendo flores para hacer medicamentos. Os vamos a hablar de un cuento que tiene más de 2.000 años…
Todo empezó un día cuando una señora muy, muy vieja que se llamaba Cadavieca (que, por cierto, era bruja) estaba cogiendo flores para hacer medicamentos. Eso es bueno, pero lo malo es que hacía mucho tiempo que dejó a sus «amigas» brujas porque eran muy malas.
Mientras que Cadavieca estaba cogiendo flores las brujas malas aparecieron. Se llamaban Matilda, Florilda y, la jefa del grupo la peor, Esdrújula, (ya lo sé que es muy usado en lengua, pero la llamaron así por su acento y su maldad).
Ellas empezaron a criticarla y la tiraron las flores medicinales que tenía en la cesta. Ella estaba arrinconada por el susto.
Matilda y Florilda vieron una luz extraña. Mientras Esdrújula estaba pegándola, Matilda y Florilda fueron a mirar la luz extraña (que por el aspecto parecían ser muchas luciérnagas juntas). Esdrújula, al ver que se iban, fue a buscarlas. Cadavieca no dudó ni un segundo y aprovechó para refugiarse en una humilde casa deshabitada y vieja.
Pasaron tres días y Cadavieca salió a por flores; al cabo de un rato ya tenía suficientes ramos recolectados. Cogió los objetos viejos que había en la casa y, como pudo, hizo una manzanilla para relajarse. Se durmió al instante y cuando despertó salió y vio a muchos hombres que venían a buscarla y a las tres brujas las cogieron prisioneras.
Y por fin Cadavieca vivió en una casa a la que acudían todas las personas para que los curaran.