Muchas veces hemos oído hablar de las minas antipersonales, especialmente en los últimos meses, pero ¿en realidad sabemos el peligro que corremos? sí, y digo corremos porque en realidad todos salimos perjudicados. Cualquiera con un poco de sentido común sabría a estas alturas que sembrarlas es un asesinato, pero no un asesinato en una guerra, porque después de la guerra las minas aún siguen ahí y matan a civiles normales y corrientes, sobre todo campesinos y niños, muchos niños.
Si matas a una persona a punta de pistola te mandan a la cárcel, o incluso en algunos países te condenan a muerte, sin embargo, si los países ricos, que son los mayores productores de minas, matan y mutilan a miles de civiles, no les castigan ni con una simple multa, es triste pero es la verdad.
Lo que más me fastidia es que siempre que se habla de minas se habla de dinero, tras toda esta catástrofe de muertes y mutilados se esconde siempre un mero interés económico. Fabrican minas como si fuesen chupa-chups, y las reparten tranquilamente por los territorios como si nada, pero para desactivarlas ya nadie quiere saber nada, es muy difícil y además cuesta demasiado dinero.
Ahora parece que se está haciendo algo para evitar esta situación; hay campañas anti-minas e incluso los países más potentes se han unido en una conferencia (la de Ottawa) para firmar un documento en el que se comprometen a dejar de fabricar minas y empezar a desactivarlas. El problema radica en que los mayores productores, EEUU, China, Rusia, etc. no han firmado este acuerdo. Mientras todo esto sucede miles de personas siguen sufriendo por culpa de las minas.