Estaba paseando por las montañas, cuando vi un líquido color púrpura deslizándose por un pequeño surco que descendía a su vez por una diminuta cascada.
Me acerqué un poco más a ese líquido y descubrí que se trataba de un río de pequeños hombrecillos, ya que divisé un minúsculo velero que contenía microscópicos alimentos.
Seguí el rastro de aquel extraño líquido, hasta que me tropecé, y desde allí pude ver aún mejor lo que mis ojos no creían ver. ¡Era un pueblo de diminutos seres, a los que llamé Forsyl!
Los hombres eran completamente calvos y las mujeres tenían largas melenas color púrpura, porque se lavaban el pelo en el río. Los niños y niñas vestían trajes del mismo color del río, en su honor. Sus viviendas estaban hechas de barro y sus puertas eran de extraños colores.
Los Forsyl se dedicaban a la ganadería, pero también eran famosos en todo el valle mágico por sus deliciosos quesos. Los seres más ancianos eran muy sabios, debido a las historias que contaban y al vocabulario que empleaban.
Como tenía miedo a que se asustaran de mi tamaño, me subí a un árbol cercano, desde el cual pude averiguar por qué se asustaban cuando alguien decía leche. Se asustaban porque, diciendo leche, bajaba desde la montaña una bruja llamada Desnatada.
Como una verdadera heroína, me prometí derrotar a esa malvada bruja. Para poder derrotarla, tenía que averiguar dónde se encontraba su guarida, así que decidí preguntar al viejo curandero de los Forsyl. Según él, tenía como amigos a unos humanos, por tanto no se asustaría de mi tamaño.
Cuando le pregunté, como era de esperar, no se asustó de nada y me dijo sin ningún problema dónde se resguardaba la bruja. Al día siguiente, empecé mi viaje hacía las montañas.
No tuve problemas para encontrarla, ya que ese día estaba tomando el sol en un claro del bosque.
Cuando me disponía a atraparla, me di cuenta de que la bruja estaba hablando. Decía que se encontraba sola y que necesitaba amigos. Entonces yo le dije que, si era buena, podría ser amiga de los Forsyl.
Ella prometió ante los Forsyl y ante mí que nunca más volvería a ser mala. Y desde entonces los Forsyl y la bruja Desnatada fueron amigos.