No apto para menores y yo quiero ver la tele. Mi nombre es Ángel y tengo nueve años. Soy el hermano del que firma este artículo. Voy a aprovecharme de que Abel está demasiado atareado como para ponerse a buscar cosas para criticar. Y voy a contar un problemilla que tengo, al mismo tiempo que le echo una mano.
Como ya he dicho, tengo nueve años. Y, como a todos los niños de esta edad, me encanta jugar, leer o ver la tele. Aunque de las tres actividades, es la última la que casi nunca puedo realizar. ¿Por qué? Bueno, pues porque últimamente parece que las cadenas han organizado una campaña para alejar a los niños de la tele. Es que casi no hay ningún programa en el que no aparezca algún comentario o alguna escena que yo no pueda ver. Es continuo y ya casi un ritual el estar viendo algo con mi madre y ella cambiándome de canal para evitar que viese algo salido de tono.
Pero el colmo llega a la hora de los informativos. Además, son a la hora de comer y las escenas que ponen de vez en cuando no son muy adecuadas para una comida tranquila.
Y dicen que lo que no sale por la tele no existe. Siguiendo este dicho, entonces no existe en el mundo ni la paz, ni la justicia, ni el sentido común, ni la generosidad, ni la razón, ni ninguna otra virtud que se debería atribuir a los humanos.
El último día, tuve que desviar la mirada de la televisión seis veces en la, apenas, media hora que me da tiempo de ver el informativo. Y es que no dejaban de salir, primero, escenas de políticos insultándose. Luego, imágenes de persecuciones a violentos y la posterior reprimenda de la policía. Más tarde, las batallas campales que se repiten con desgraciada frecuencia en las calles de otros países. Después, algunos vídeos sobre las guerras en los países del Este, donde se veía de todo. Posteriormente, la imagen de alguien a quien habían dado una paliza y que había quedado hecho un desastre, y su patético relato de los hechos. Y, finalmente, ni siquiera los deportes se salvan y nos ponen íntegra la zurra que le dieron unos descerebrados a un pobre agente de seguridad en un campo de fútbol.
Por favor, yo quiero ver la tele. Pero si el mundo no marcha bien en general, y los programadores televisivos en particular, tampoco tienen compasión con la infancia, y tendremos que aguantarnos.
Ojalá dejara de haber malas noticias que dar en los informativos y que los mayores nos dieran buen ejemplo a los pequeños para sacar adelante a la Humanidad y no convertirnos en seres como ellos. En seres que, en unos casos sólo intentan procurarse el bien sin pensar en consecuencias y, otras veces, van directamente a hacer el mal.
Pues ya está. Con lo que me va a pagar mi hermano, no se merece que le escriba nada más.