Ante el desastre ecológico del Prestige, algunos jóvenes cántabros se animaron durante el puente de la Constitución a acudir a Galicia para participar en las labores de limpieza del litoral. Sin embargo, los voluntarios que hasta allí se desplazaron se sentían impotentes ante el panorama que se les presentó y los pocos medios disponibles para luchar contra la marea negra. Uno de estos admirables ejemplos es el joven al que nos disponemos a entrevistar.
Creemos que esta entrevista lo dice todo para tratar de prevenir todas las catástrofes ecológicas que puedan afectar no sólo a nuestro ecosistema sino a todos los ámbitos de la vida.
Queremos agradecer a José su colaboración para la realización de esta entrevista y también, como no, su esfuerzo para tratar de borrar la firma del Prestige.
Pregunta.- ¿Qué te motivó a acudir a esta cita con el medio ambiente?
Respuesta.- La verdad es que no podía mantenerme al margen ante esta desgracia que afecta a todo nuestro país. Al principio supuse que las medidas estatales acabarían en poco tiempo con ésta situación, pero a medida que pasaron los días, me di cuenta de la verdadera magnitud del problema.
P.- ¿Cuál fue la reacción de tu familia cuando les comunicaste tu decisión?
R.- En un primer momento mis padres no se lo tomaron en serio, pero yo había tomado una decisión y no me iba a echar atrás tan fácilmente así que seguí insistiendo hasta que finalmente conseguí que mis padres lo comprendieran.
P.- ¿Cómo llegaste hasta allí?
R.- Primero hablé con un grupo de amigos y entonces decidimos ir allí por carretera. Cogimos mi coche y nos dirigimos, gracias a un mapa y a las indicaciones de la gente, a la localidad de Muxía.
P.- ¿Qué hiciste al llegar?
R.- No sabía dónde dirigirme, por eso probé suerte y fui al puerto. En este lugar era desde donde se coordinaban las labores de limpieza, y me indicaron algunas playas donde podía comenzar el trabajo.
P.- ¿Cómo conseguiste los útiles de limpieza?
R.- De esto casi prefiero no hablar. Yo tuve suerte, conseguí el material básico (mono anti-contaminación, guantes, mascarilla, pala) y las botas ya las llevaba de casa, pero algunos de los voluntarios que llegaron detrás de mí tuvieron que recoger el petróleo con las manos.
P.- ¿Qué te encontraste en la playa?
R.- Me topé con un panorama desolador, una inmensa mancha negra cubría toda la playa. Los pescadores, y en general la gente que vive de la mar, participaban en las labores de limpieza con los pocos medios de los que disponían.
P.- ¿Qué clase de trabajo realizabas?
R.-Intentaba, en la medida de lo posible, recoger el fuel-oil que se amontonaba en la orilla tras la subida de la marea, pero reconozco que la tarea resultaba ardua, ya que el combustible adherido a las rocas era prácticamente imposible de eliminar.
P.- ¿Cuál era el estado anímico de los que trabajaban contigo?
R.- La verdad es que la moral de la gente estaba por los suelos, porque el trabajo de un día quedaba anulado con la siguiente pleamar, que nos dejaba otro «surtidor». Pero la gente seguía trabajando, porque no tenía otro remedio, es su modo de vida y la forma de ganarse el pan.
P.- ¿Había personal del ejército colaborando en las playas cuando llegaste?
R.- A mi llegada la presencia de personal militar era escasa, pero a medida que fue avanzando el puente fue incrementándose. Habilitaron comedores de campaña y duchas donde podíamos relajarnos tras la dura jornada de trabajo. También nos proporcionaron contenedores especiales para el transporte del crudo.
P.- ¿Qué relación tuviste con la gente con la que trabajabas?
R.- La verdad es que la gente era muy amistosa, había muchos gallegos pero también abundaba gente de otros puntos de nuestra geografía, andaluces, madrileños, manchegos, muy buenas personas con las que conecté desde el principio. La gente de allí era muy acogedora; a menudo los habitantes de Muxía que no estaban participando en las labores se acercaban a traernos comida o simplemente a comentarnos la evolución de las manchas en otros puntos de Galicia.
P.- Una anécdota …
R.- Nos impresionó a todos los voluntarios la actitud de un anciano que a simple vista parecía no poder tenerse en pie pero que recogía el doble de crudo que cualquiera de nosotros, era increíble.
P.- ¿Dónde te hospedaste?
R.- La verdad es que me presente allí sin saber muy bien dónde iba a pasar el puente. Confiaba en que se prepararan algunos albergues para los voluntarios desplazados, pero al final dormimos en un pabellón deportivo. Se nos proporcionaron colchones y mantas para más o menos pasar la noche plácidamente.
P.- ¿Hubo alguna movilización o movimiento de protesta mientras tú estuviste en Muxía?
R.- Todo cambió con la llegada del mítico barco de Greenpeace, vinieron con ganas de hacer ruido y llamar la atención de los responsables, situaron su centro de operaciones en el puerto desde donde recogían firmas repartían folletos y, en general, protestaban ante la inmovilización estatal.
P.- Según tu opinión, ¿cómo se podría haber evitado?
R.- Una solución eficaz hubiera sido no dejar circular los petroleros monocasco cerca de nuestras costas, pero ya que esto es muy difícil por lo menos la administración tendría que disponer de mas medios, traducidos en barcos anti-contaminación.