Hace algunos días, un grupo de jóvenes se reunió para contar historias; uno de ellos, el más aventurero, fue el primero en contar su historia.
– Cuenta una antigua leyenda que esta estatua tiene una historia nunca creída -empezó a narrar Iván- Hace ya muchos años atrás, dos jóvenes se enamoraron locamente; pero había un impedimento, un brujo tenía hechizado a Alonso y éste no podía enamorarse, pues ocurriría algo de lo que se lamentaría el resto de su vida. Por este motivo sus padres no le dejaban salir de casa. Pero su amor por Lucía era demasiado fuerte, así que se escapó con ella.
– Pues vaya historia para una estatua -comentó la joven Sonia-.
– Ya lo creo -dijo Samuel-.
– Perdonad que os diga que aún no se ha acabado; si me lo permitís continúo -dijo Iván-. Se citaron en el parque a las doce de la noche. –De pronto, el reloj del parque marcó las doce y todos se asustaron, aunque pronto empezaron a reír-.
Los dos llegaron a la vez, llevaban algo de comida, ropa y también un poco de dinero. Comenzaron a andar sin rumbo, pero una tormenta no les permitió continuar, pasaron la noche en vela y cuando amainó siguieron su camino.
Alonso le dijo a Lucía su problema con el brujo y Lucía se asustó, pero dijo que estaba segura de que sería imposible hacerle daño si estaban juntos.
Mientras los padres de éstos, asustados, corrieron a la policía y, angustiados, empezaron a buscarlos. Pasaron días y sus provisiones se terminaron, pero estaban juntos y no les importaba nada.
Una noche Lucía se quedó dormida y Alonso fue secuestrado por el brujo. Por la mañana Lucía estaba muy asustada pues había una nota que decía: Los problemas han llegado y tu amor ha sido sacrificado.
Entonces no le quedó otro remedio que volver a casa, lo contó todo y la madre de Alonso pensó que quizás el brujo ya habría cumplido su promesa. Entonces preguntó a la joven que dónde habían quedado, ella respondió y fueron allí y vieron a Alonso convertido en una estatua con una carta a su lado para Lucía. Ella la guardó y nadie se enteró. En ella decía que la quería y que no le importaba haber muerto porque donde estaba era feliz.
Pasaron los años y a Lucía aún se la veía por allí a las doce de la noche. Esperaba que algún día se moviese y volvieran a marcharse a vivir otra aventura, pero no sucedió así, y al cabo de los años ella murió. Se dice que aún se la ve por aquí a las doce de la noche.
– Todos los jóvenes estaban riéndose cuando una voz les dijo: No os riáis porque mi amor no es un juego. Miraron hacia la estatua y era ella quien les hablaba y les dijo que era verdad y que jamás habría una historia más bonita, de amor, pues aunque fuese corta fue eterna.