Hace mucho tiempo, una chica de origen español a la que le encantaba la música, se fue a Venecia para aprender a tocar la flauta.
Al llegar allí preguntó por las calles de la ciudad si alguien conocía a un profesor llamado Prata Leguion. El camarero de una cafetería respondió que ese señor estaba viviendo en la iglesia con sus amigos los curas. Al decirle eso, la chica, sin pensárselo más, se dirigió a la casa del señor. La joven vio a Prata sentado en una silla tocando la flauta y le preguntó que si le podía enseñar. Él aceptó la propuesta.
Dos años después, la adolescente empezó a dar conciertos por todo el mundo con el instrumento que más quería.
Un día, cuando la chica estaba ensayando antes de su actuación, se llevo una gran sorpresa.
No conseguía que su flauta tocara la nota Do. Muy preocupada llamó a su profesor.
Él le contestó que eso les ocurría a todos los grandes músicos de flauta alguna vez en su vida, pero que era muy fácil solucionar ese problema.
Debía escribir en un papel dorado una frase mágica: Nota Do, vuelve conmigo y siempre seremos amigos.
Después, tenía que meter la hoja en una caja plateada y enterrarla en el lugar donde aprendió a tocar ese instrumento.
Al final, la chica hizo lo que le dijo su profesor Prata Leguion y la nota Do volvió al lugar donde debía de estar.