Como ya sabéis, mi colegio (la Compañía de María) hace todos los años una convivencia entre todos los cursos, 1ºESO-A-B, 2ºESO-A-B… etc. Bueno, en este número de InterAulas, os voy a hablar de la convivencia de los 1º de la ESO. Fuimos a bajar el río Deva, situado en Unquera.

Fue muy emocionante. En el tren íbamos juntos 3º y 1º. Tuvimos un trayecto de más o menos 1 hora y 45 minutos. Yo iba con unas amigas de 3º y con una amiga de mi clase.

El viaje fue muy divertido, porque teníamos detrás a unas chicas que no dejaban de cantar, pero lo malo es que desafinaban, y si alguna lee este escrito, por favor, que me perdone, pero con algo hay que desahogarse.

Estuvimos cantando, jugando a las cartas, hablando con el profe de «soci»… en fin que fue una pasada.

Cuando llegamos a Unquera, unos monitores nos llevaron a una especie de cabaña, al lado de la estación, allí nos hicieron colocarnos de menor a mayor altura, y así darnos los neoprenos, de esos que se usan para hacer submarinismo.

Bien, nos los pusimos y fuimos a fuera, a la parte de atrás. Yo de los años que llevo poniéndome neoprenos, y ya tengo unos cuantos, no he visto unos más incómodos, ¡es que con esos no podías ni mover las piernas con comodidad!.

Bueno, sigo condados la aventurilla. Después de llevarnos a la parte de atrás, nos dieron unos chalecos salvavidas, y más tarde nos metieron en unas furgonetas (unos de mi clase dijeron que, parecíamos terroristas, ahí metidos) y nos llevaron a un kilometro más abajo del nacimiento del río.

Antes de salir con las canoas, nos enseñaron, de forma rápida, como remar, con un remo de dos paletas. Nos dijeron, que las parejas tenían que ser mixtas, o sea, si el chico eras más fuerte, tenia que ir con una chica más delgada, o viceversa.

Un poco más tarde, ya nos dispusimos a ir al agua. Las canoas eran estrechas, y sólo había sitio para dos. Yo y mi compañero, salimos a un buen ritmo, así que salimos al río nada más entrar en al agua. Estuvimos coordinando el ritmo para remar, porque si no vas coordinado, tú das al de delante, o el de delante te da a ti. Estuvimos al rededor de 10 minutos esperando a que todos saliesen al río, y entre ponte quieto y párate, unos amigos nuestros volcaron la canoa.

Cuando todo el mundo ya estaba en las inmediaciones del río, nos dispusimos a descender unos 500 m. Una vez descendidos, hicimos una parada para esperar a los rezagados, que no eran muchos. Más tarde, bajamos unos 900m. Mientras los bajábamos, mi compañero y yo nos metimos en unos rápidos, y empezó a entrar agua y agua por la parte delantera, donde yo estaba sentada. Al cabo de 2 minutos, tenia el culo frío y mojado. Estuvimos un rato con los monitores, para esperar a los que, por primera vez volcaron. Bajamos sin para un momento, unos 700 metros, para después, podernos bañar, o disfrutar del paisaje, cosa que yo también hice.

Pasamos allí al rededor de unos 15 minutos y reemprendimos la marcha. Rápidos «muy peligrosos», tranquilos «muy calmados» y troncos en medio del río allí «estancados».

La vista era muy bonita: a la izquierda las vacas y a la derecha… ¡LA CARRETERA! Al lado de un río la carretera. Más de una vez nos quedamos en seco, es decir, encima de las piedras, y claro como no, cada vez nos echábamos unas risas.

A 2 kilometros y medio de Unquera, estaban unos señores pescando, y yo que soy muy mala, les dije a los pescadores: – Aquí, en esta parte del río, y menos en esta época, no hay peces, créanme, ¡qué soy de aquí!.- Y la gente como a veces es tan rara, van y me creen, de repente, que me giro y veo que se están metiendo dentro del bosque. ¡A que soy mala!.

A unos 300 metros de ellos había un hombre viéndonos, y encima para más colmo de males, empieza a imitarnos, y voy yo, que soy mala y le digo: – A tu perro por casualidad no le gustará remar ¿no?- Y él para más cachondeo nos dijo: -Y a vosotros no os gustará ladrar ¿no?-. Mi compañero y yo, nos quedamos un poco pillados, la verdad no pensé que iba a reaccionar así, de verdad la gente es impredecible.

A eso de la mitad del recorrido(del 2,5 KM) nos paramos y estuvimos hablando con las profesoras que nos acompañaron. Pasaron apenas 5 minutos, y ya volvimos al río a remar. Mi compañero y yo, íbamos los 3º por la cola, pero en tramo que se dividía en dos, mucha gente se fue por el camino de la derecha(el erróneo), pero nosotros fuimos listos vimos que un monitor se iba por la izquierda, le seguimos, y pasamos de ser casi los últimos a ser los 5º.

Quedaba 1 KM y ya no había ni rápidos ni troncos, ni nada de nada. Ahora el que volcase, se adjudicaba el nombre de tonto. Ya íbamos los terceros muchos se habían que dado atrás porque se lo tomaron a pasimonia. De esto que estábamos tranquilamente remando y de repente oímos: – ¡socorro, socorro! ¡Que nos comen las vacas!-

Mi compañero y yo nos dimos la vuelta y nos echamos a reír a carcajadas, la vaca estaba empezando a entrar al río para «inspeccionar»,»a su nueva comida». Divertido ¿no?. Después de una larga lucha con unos compañeros nuestros, conseguimos ponernos en el primer puesto, detrás del monitor claro. Estuvimos remando y remando, durante más o menos 15 minutos, y ya por fin, llegábamos al final.

Pasamos unos puentes y en una rampa, ya se nos acabó la aventura. Legamos los primeros, SOMOS LOS MEJORES. Cuando ya había llegado más gente, nos fuimos todos a mogollón al «casetu». Nos cambiamos.

Más tarde, nos fuimos a un descampado, a comer. Después de comer, nos dejaron hacer el tonto por allí. Los niños se fueron a jugar al fútbol, y yo con mis amigas a jugar a las cartas, os parecerá un poco extraño pero es divertido.

A las 5:00 más o menos, nos dejaron dar una vuelta por al pueblo, y nosotros que somos muy malos, nos pusimos a abuchear a las de Unquera y a decir, ¡VIVA SANTANDER!, claro que, estábamos de coña, aunque más de una vieja se lo tomó a mal. Mas tarde, a eso de las 7:00 ya nos teníamos que marchar, pero la vuelta no fue aburrida, no.

Conocimos a un chico, mexicano, que estuvo viviendo en Asturias, en Cantabria, Madrid y México. Mientras llegaba el tren, estuvimos jugando a las cartas, con este chico. Más tarde, cuando ya por fin llegó el tren, se sentó con nosotras, y empezamos a jugar, otra vez, a las cartas. Pensareis que somos unos adictas, pero muchas veces entretiene. Pasado San Vicente de la Barquera, nos aburrimos, y nos pusimos contar chistes, y como alguno era un poco salidillo, cuando pasaba alguna de las profesoras, nos callábamos. ¡A QUE SOMOS MALOS!.

Después de muchas risas, una voz (la mía, por supuesto)- Señores pasajeros, la siguiente parada, será Torrelavega. Que tengan buen viaje-, todos se echaron a reír, el chico se despidió y todos nosotros le empezamos a cantar: -Adiós con el corazón, que con el alma no puedo… – Se empezó a reír a carcajadas, pareció hacerle mucha gracia.

Desde Torrelavega hasta Santander se hizo muy aburrido, aunque empezamos a cantar y parece que se empezó a animar la cosa un poco. Estuvimos así hasta que llegamos a Santander. Llegamos todos afónicos perdidos y nos dolía todo el cuerpo. Cuando llegamos a casa no se nos vio ni un pelo.

Esta ha sido la convivencia de 1º del colegio Compañía de María.

Trabajo original