El instituto José Hierro fue fundado en 1989 para responder a la demanda de San Vicente de la Barquera, cuyos alumnos debían hasta entonces trasladarse hasta Cabezón de la Sal.

Actualmente acuden al instituto José Hierro un total de 389 alumnos, que provienen de la zona comprendida entre Unquera, al oeste, y Comillas-Ruiloba, al este; por el sur, nuestra zona llega hasta Panes y Herrerías.

Todos estos alumnos son atendidos por un total de 28 profesores. El plan de estudios es todavía el correspondiente a la Ley de 1970. Para el curso próximo está prevista la incorporación de la primera promoción de 3º de E.S.O.

El instituto lleva el nombre de José Hierro, en honor al insigne poeta cántabro afincado en Madrid y afectivamente muy unido a nuestra zona.

Para empezar esta presentación de nuestro centro, que completaremos en sucesivos números, os ofrecemos una breve biografía del poeta y algunos ejemplos de su obra.

JOSÉ HIERRO, POETA

Notas biográficas

José Hierro nace en Madrid el 3 de abril de 1922, trasladándose en 1924 a Santander, donde cursa sus estudios primarios.

Vive la guerra civil en Santander, afiliándose a la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios; su padre es encarcelado, al entrar las tropas del general Franco en la ciudad.

El 3 de septiembre de 1939 es detenido a consecuencia de sus actividades clandestinas de ayuda a los presos; ingresa en la Prisión Provincial y recorre una serie de cárceles del país, hasta ser puesto en libertad en Alcalá de Henares en 1944. Hasta 1946 vive en Valencia, donde colabora en la revista «Corcel».

En 1946 inicia sus colaboraciones en la revista «Proel».

En 1947 publica su primer libro «Tierra sin nosotros»; su segundo libro, «Alegría», es galardonado con el Premio Adonáis.

De 1947 a 1952, desempeña en Santander diversos oficios: listero, tornero, conferenciante, profesor en los Cursos para Extranjeros de la UIMP, redactor jefe de las revistas de la Cámara de Comercio y la Cámara Sindical Agraria.

En 1949 contrae matrimonio con María de los Ángeles Torres, con quien tendrá cuatro hijos.

En 1952 se trasladan definitivamente a Madrid, donde comienza a trabajar en el CSIC, en la Editora Nacional y en el Ateneo, donde dirige la sala de exposiciones de Sta. Clara y una tertulia poética que será clausurada, por motivos políticos, en los años 60.

Comienza entonces una larga carrera como escritor, jalonada por numerosos premios, entre los que destacan el Premio Príncipe de Asturias de Literatura, que obtiene en 1981, el Premio Nacional de las Letras Españolas, que obtiene en 1990, y el Premio Reina Sofía de Poesía Española e Hispanoamericana, concedido en 1995.

Ese mismo año es nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, de Santander.

 

Trabajo original

 

Algunos ejemplos de su obra poética

¡Si ellos estuvieran muertos!

Si yo supiera de fijo
que ya se habían borrado
para siempre de la tierra,
que ya estaban enterrados;
si tuviera la certeza
de que pasaron,
¡qué hermosa mi marcha entonces
por la noche de los campos,
sin oírlos, a mi espalda,
paso a paso,
jadear en el silencio
con el pecho ensangrentado!

Semimuertos, semivivos,
semiolvidados.
A la roca de mis sueños
encadenados,
sin poder matar al águila
que los viene atormentando.

¡Si ellos estuvieran muertos!

Tierra sin nosotros (1947)

Lo quiso todo o nada.
Por eso dejó todo:
para tenerlo todo.

Qué sentirá. Qué cifra
ordenará su mundo,
revelará sus seres.

Qué esfinge arranca ahora
al arpa sideral
arquitecturas músicas

Y cómo ramas, nubes
granos de sol, enjambres
de lluvia, romperán
contra su trono de oro,
salpicarán su báculo
del alba de las nadas ...

La noche

Posiblemente exista.

Lee el destino en la palma de la mano
morada de la pasiflora.
Adiestra a los caniches de las olas;
da de comer a la bocaza
abierta siempre de la chimenea;
divide, multiplica, resta y suma
como quien lanza contra el alcotán
un grano de cebada;
sabe que Dios no existe, ni existen los bomberos,
pues si existiesen dejarían huellas;
saca a la luz el terciopelo oculto
bajo la máscara del pez;
arranca sus enigmas,
boca a boca, a la estrella.

Habla con el aceite.

Dos madrigales para nietas

Nos mira. Nos está acechando. Dentro
de tí, dentro de mí, nos mira. Clama
sin voz, a pleno corazón. Su llama
se ha encarnizado en nuestro oscuro centro.

Vive en nosotros. Quiere herirnos. Entro
dentro de tí. Aúlla, ruge, brama.
Huyo, y su negra sombra se derrama,
noche total que sale a nuestro encuentro.

Y crece sin parar. Nos arrebata
como a escamas de octubre el viento. Mata
más que el olvido. Abrasa con carbones
inextinguibles. Deja devastados
días de sueños. Malaventurados
los que le abrimos nuestros corazones.

Cuanto sé de mí (1957)